La reciente carta enviada al presidente Donald Trump por Hugo “El Pollo” Carvajal, exjefe de inteligencia militar del chavismo, desde una prisión en Estados Unidos, ha sacudido el panorama político venezolano e internacional. Carvajal, quien durante años fue uno de los hombres más influyentes en el aparato de seguridad del régimen, describe con detalle cómo el Estado venezolano habría mutado en una estructura criminal con alcance global.
Un testimonio que confirma sospechas
En su misiva, Carvajal señala que el chavismo no solo toleró el narcotráfico, sino que lo convirtió en herramienta de poder. Habla del Cartel de los Soles como política de Estado, del vínculo con las FARC y del apoyo logístico a grupos como Hezbolá. También menciona la creación deliberada de megabandas como el Tren de Aragua, exportadas para desestabilizar países vecinos y, según él, infiltradas en Estados Unidos mediante flujos migratorios.
Estas revelaciones no son nuevas en el discurso opositor, pero adquieren peso porque provienen de quien estuvo en el corazón del sistema. La pregunta es: ¿por qué ahora? Carvajal busca cooperación judicial en EE. UU., lo que sugiere que su confesión podría ser más estratégica que moral.
Impacto en Venezuela y la región
Dentro del país, la carta refuerza la percepción de que el chavismo se consolidó como una organización criminal. Internacionalmente, valida años de acusaciones contra Nicolás Maduro y su círculo, y podría acelerar sanciones y procesos judiciales. Washington ya ha usado este tipo de testimonios para justificar medidas más duras, y la carta llega en un momento de creciente tensión en el Caribe.
Implicaciones democráticas
Uno de los puntos más inquietantes es la denuncia sobre la manipulación electoral mediante tecnologías como Smartmatic, exportadas a otros países. Si esto se confirma, no solo se trata de narcotráfico, sino de una estrategia para socavar democracias en la región.
¿Qué sigue?
La carta no derrumbará al régimen por sí sola, pero sí puede ser el detonante para aislar aún más a Caracas y abrir procesos contra figuras que parecían intocables. El chavismo, que se presentó como proyecto emancipador, queda retratado como lo que Carvajal describe: una maquinaria criminal con ambiciones transnacionales.
