Nicolás Maduro y los radicales de su gobierno

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Foto: Minci
Foto: Minci
Nicolás Maduro es un presidente que no tiene la fuerza ni la inteligencia para terminar con la influencia nefasta de los radicales que están dentro de su gobierno, que entre otras cosas, impiden los avances del ya detenido diálogo para la paz en Venezuela.
Mientras todo se desintegra a su alrededor, Maduro pretende continuar con el diálogo con la oposición, pero está forzado a decirle que no a todo lo que piden los opositores; sobre todo decirle no a la posibilidad de una amnistía general para todos los detenidos y cesar con la violencia de parte de las fuerzas de represión del Estado.
Los radicales de su gobierno creen erróneamente que ceder ante los reclamos de la oposición es síntoma de debilidad, sin darse cuenta que esos reclamos son también de la mayoría de los venezolanos.
Maduro se deja llevar por la prepotencia arrolladora del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, que es quien domina el panorama del gobierno, donde ciertos personajes compiten para demostrar quien es más duro con la oposición y quien es el más obsecuente y genuflexo con el ala radical chavista.
La falta de garantías para el ciudadano
Mientras tanto los derechos civiles no existen. La Fiscal General de Venezuela, Luisa Ortega Díaz, no es ninguna garantía de imparcialidad para el simple ciudadano venezolano que ante esta Fiscalía siempre tendrá la razón el Gobierno, así haya que torcer la Constitución para favorecerlo.
El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) no es un poder independiente, está vergonzosamente subordinado al poder político, aunque su presidenta, Gladys Gutiérrez Alvarado, trate de desmentir que no reciben órdenes del gobierno, las inauditas “interpretaciones” de la Carta Magna, para favorecer al régimen, son tan escandalosas como insostenibles juridicamente.
Maduro no es un estadista y nunca lo será. Para él la democracia solo sirve el momento de votar y si el resultado no es favorable eso también se puede “arreglar” para obtener el triunfo en las urnas. Al otro día los principios democráticos molestan para gobernar.
Mientras desde dentro le sabotean el diálogo con la oposición, en Venezuela, Maduro no lleva el gobierno…lo llevan a él desde las sombras.