Por Paco Tilla (humorista en sus ratos de ocio).-
En cierto país sudamericano vive un ministro desubicado, grosero y engreído, que además de ser un septuagenario, se trabaja un estilo pendex ridículo para su avanzada edad, con jeans achupinados, que resaltan debajo de su voluminosa busarda y el jerarca le agrega un sombrero donde pretende aparentar ser un hombre de campo y que solo causa risas…
Insulta y se cree impune y la biología no perdona, porque sus explicaciones surrealistas lo exponen y dejan en claro que la senilidad no es broma.
El Pepe Mujica insistía, en el inicio de su gobierno, pidiendo “educación, educación y educación” y ni de su propio sector político lo escucharon.
Tras sus agravios, el secretario de Estado se la creyó y no pide disculpas, porque cree que los ministros no tienen que ser inmaculados y pueden decir malas palabras y agregó que sus insultos pueden no estar bien para la Real Academia Española pero en su pueblo es bastante común mandar a cagar a alguien, según afirma.
Señor ministro, no creo que en su pueblo sean tan terrajas* y ordinarios y no es lógico que utilice a otros para intentar justificar sus desvaríos propios de la enorme cantidad de años que acumula.
Y como decía el gaucho Zoilo: “Más ordinario, no se consigue ni en la pulpería”…
*Terraja, modismo uruguayo que define a una persona que, sin importar su estrato social, carece de buen gusto y clase (lunfardo, Uruguay).













