En la reciente Copa América de fútbol que se disputó en EEUU, la organización a cargo de la Conmebol, no pudo darle seguridad a Uruguay en las tribunas del estadio donde se jugó el partido contra Colombia y ante la falta notoria de prevención, fueron los jugadores uruguayos que debieron saltar a defender a sus familiares agredidos por fanáticos colombianos.
Luego, la Asociación Uruguaya de Fútbol se dejó humillar por la Conmebol e hizo una débil defensa de los jugadores charrúas que intervinieron para proteger a sus familias, además mal ubicadas en un sector en medios de agresivos hinchas de Colombia.
La AUF permitió que la Conmebol los sancionara por ir a defender a sus hijos, esposas y madres, ante la pasividad y tolerancia de la propia Conmebol.
Ahora, el presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol, Ignacio Alonso, dijo a El País, el mayor disparate sin sentido que hemos escuchado en los últimos tiempos al declarar que seguirá las directivas de Conmebol. “Estamos (sujetos) a lo que diga la organización, que es la que toma la temperatura a la seguridad, que es lo que más nos importa”. “A nosotros el tema político no nos interesa -agregó-. Puede estar lloviendo, puede estar un presidente o puede estar el otro; puede haber manifestaciones, pero a nosotros no nos interesa el tema político. No estamos haciendo ninguna gestión para no ir ni la vamos a hacer. Si hay seguridad, que es lo único que nos interesa, vamos. La organización lo que nos está diciendo es que la hay. Somos el campeón mundial vigente. Queremos ganar el torneo y clasificar al Mundial. Lo nuestro es fútbol”, remarcó.
Si amigo lector, estas barbaridades las dijo el titular de la AUF que como se aprecia ir a un país donde se tortura, se desaparece gente y donde ya hay un uruguayo secuestrado y 130 ciudadanos de otras nacionalidades detenidos porque a Maduro se le ocurrió decir que eran espías o terroristas, es algo que no genera problemas y lo grave es que en su ingenuidad o pasividad, Alonso le “cree” a la Conmebol sobre las promesas de que dará “seguridad” a las delegaciones, a los aficionados y familiares de los jugadores, cuando no la dio en EEUU, donde todo era más fácil.
¿Quién le puede creer a la Conmebol, si ya sabemos como actúa? No debe extrañarnos que termine obligando a jugar el torneo, mientras los venezolanos se juegan la vida para lograr su libertad enfrentando a un sanguinario dictador.
Ni siquiera conocen la palabra, solidaridad.
