En la política exterior de Nicolás Maduro, la coherencia parece ser una moneda de poco valor. En las últimas semanas, el Palacio de Miraflores ha vuelto a desempolvar su guion de “protector de los humildes” para lanzar dardos contra el presidente electo de Chile, José Antonio Kast. Con frases cargadas de misticismo y tono amenazante, Maduro advirtió: “Cuidadito si le toca un pelo a un venezolano… el que se mete con Venezuela se seca”.
Sin embargo, detrás de la cortina de humo mediática y los insultos televisados, la realidad operativa cuenta una historia muy distinta. Maduro no solo no ha cumplido sus profecías de “secamiento” contra el actual gobierno chileno, sino que ha mantenido una colaboración técnica fluida con la administración de Gabriel Boric para recibir a cientos de venezolanos expulsados.
La sumisión frente a Boric
La contradicción es flagrante. El gobierno de Gabriel Boric ha ejecutado múltiples vuelos chárter cargados de ciudadanos venezolanos en situación irregular, muchos de ellos con antecedentes penales por delitos graves. A diferencia de las amenazas lanzadas contra Kast, Maduro ha guardado un silencio sepulcral frente a estas deportaciones.
La razón de este silencio parece ser el temor. Boric ha logrado lo que la derecha regional no pudo: atacar la legitimidad de Maduro desde una izquierda democrática y moderna. Al llamar a Maduro “dictador” y denunciar el fraude electoral de las pasadas presidenciales en Venezuela, Boric ha dejado al chavismo sin su escudo ideológico habitual. Maduro, lejos de escalar el conflicto, parece haber optado por una sumisión pragmática, aceptando los vuelos de expulsión para evitar un aislamiento total en el Cono Sur.
El contraste de la hipocresía
El análisis de los hechos deja en evidencia que el “bienestar” de los migrantes venezolanos no es la prioridad de Caracas, sino el uso político de su tragedia:
El perro que “ladra” pero no “muerde”
La agresividad contra Kast no es más que una maniobra de distracción. Para Maduro, es fácil atacar a un líder de derecha, pues encaja perfectamente en su narrativa de “lucha contra el fascismo”. Sin embargo, frente a Boric, el régimen venezolano se muestra errático y disminuido.
Expertos en relaciones internacionales sugieren que Maduro teme que Boric, un mandatario de izquierdas, lo siga dejando en evidencia. Por ello, prefiere acatar las órdenes de expulsión del Palacio de La Moneda mientras intenta mantener un perfil bajo, esperando que la retórica contra la “extrema derecha” de Kast oculte su incapacidad de respuesta ante el gobierno actual.
En definitiva, la advertencia de que “el que se mete con Venezuela se seca” parece tener una excepción muy clara: se aplica solo a quienes Maduro puede usar como enemigos ideológicos, pero se olvida convenientemente cuando quien lo confronta es un presidente de izquierda que no le teme a decir la verdad sobre el autoritarismo en Caracas.
Maduro se hace el valiente… Mientras no aparezcan Trump y Boric
🚨🇻🇪 Maduro amenaza a José Antonio Kast y lo llama “nazi”
🇻🇪 El dictador, Nicolás Maduro, lanzó advertencias directas contra el presidente electo de Chile, José Antonio Kast, antes de que asuma el cargo en Chile, acusándolo de “pinochetista” y “nazifascista”.
📛 Durante su… pic.twitter.com/fPteCMyeoH
— EVTV (@EVTVMiami) December 16, 2025














