Al octogenario director de cine argentino, Adolfo Aristarain, la biología le juega una mala pasada, porque soportó en silencio el desastre del gobierno saliente; calló ante la pavorosa revelación de la Unicef que denunció en un informe que dos de cada tres niños argentinos son pobres y no se atienden sus necesidades básicas. Calló cuando el gobierno peronista se robaba las vacunas del Covid 19 e inoculaba primero a los amigos del poder, antes que a la población de riesgo.
No dijo nada de los más de cuatro millones que sumó el ministro de Economía peronista, Sergio Massa durante su mandato y del aumento de la indigencia en Argentina, pero en una columna del del diario ultrakirchnerista Página/12, arremetió contra el nuevo gobierno de Javier Milei, con el espeluznante título: “Ganar la calle hasta que caiga el gobierno”, donde insulta a los votantes de Milei y Mauricio Macri, a los que califica de “imbéciles, ignorantes y zombies”.
El anciano “hombre de la cultura”, en un desvarío donde demuestra que la democracia no es parte de su vocabulario y se debe atropellar, aseveró: “Gracias a un grupo lamentablemente numeroso de imbéciles, ignorantes y zombies que una vez votó a Macri, y ahora a su bufón Milei y a toda la banda de rufianes que los acompañan, se entregó el gobierno y administración del país a una banda organizada que no tiene ideología, que busca sólo sacar provecho y rematar las industrias, los minerales, todo lo que puedan, sin límite”, escribió Aristaraín, totalmente fuera de sus cabales.
Agrega el longevo personaje: “El paro de la CGT tiene que ser por tiempo indeterminado, hasta que caiga el gobierno”. De demócrata no tiene nada este personaje.
No habló de los jubilados que con el gobierno kirchnerista-peronista, no llegaban a fin de mes con la miseria que percibian. No se solidarizó con la gente de su edad, que estuvieron olvidados durante el desgobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner.
Claramente, Aristarain podía acceder a comer sus buenos churrascos las veces que se le antojara; algo que la clase pasiva, no podía incorporar al menú diario.
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Calificar a este ya tristemente célebre personaje como parte de la cultura y del arte de Argentina, resultaría temerario y a la vez un agravio al pueblo de ese país.
Su artículo se parece mucho a una actitud golpista que a otra cosa.
