Por Raúl Vallarino.-
Los imperdobales asesinatos de una madre y su pequeño hijo ocurridos en el departamento de Paysandú, en Uruguay, indignan a todo el país, porque lo hecho por el salvaje homicida que sería hermano y tío de las víctimas, no tiene explicación.
Horror que duele y enerva a todos por las características del crimen. El hermano de la mujer, que es actualmente el principal sospechoso por las muertes, había sido denunciado ante la Policía en reiteradas ocasiones por la víctima por varios episodios de violencia. Por eso la investigación se orientó hacia él, según consigna el diario El País.
Pero ahora, otro hecho imperdonable se suma a las entendibles protestas de un pueblo indignado por los aberrantes homicidios y es la desubicada participación de colectivos feministas que distorsionan los pedidos de justicia de la gente, arengando a niños de un club de baby fútbol a entonar consignas del colectivo ajenas al hecho como “América Latina va a ser toda feminista”, entre otras.
El oportunismo de algunos de estos grupos del feminismo radical no favoren a la causa como en este caso, donde la utilización de niños está totalmente fuera de lugar y que no tiene escusas.
Protesten por el crimen, pero dejen en paz a los niños.
