En estos meses, se ha abierto un duro e intenso debate en Europa en general, y en algunos países de la Cuenca Mediterránea en particular, tales como Italia y España.
Son ya varios los años en los que partidas de inmigrantes desean pasar a Europa desde la costa norte de África y desde la costa mediterránea asiática. Siempre se pensó en su situación precaria, en su huida de lugares de conflicto, en su búsqueda de un mundo mejor donde poder trabajar y vivir, y contribuir así a la economía del país al que acuden, y al mejor sostenimiento económico de sus familias, que quedaron a la espera en sus lugares de origen.
Particularmente dramático fue el paso desde la costa asiática a Europa, particularmente Grecia, donde pudieron verse fotografías que helaban el corazón, sobre todo al ver a niños de escasa edad. Un marketing social muy apropiado y bien dirigido, llevó tales imágenes al corazón de millones de europeos. Por ello, cuando iniciativas privadas de diversas ONGs se echaron al mar en busca de inmigrantes que salvar y traer a Europa, muchos fueron los que aplaudieron esta decisión.
En la costa norteafricana se concentró gran parte de la labor de varios de estos barcos, armados por determinadas ONGs, y que, para muchos europeos, evitaban esta tragedia al rescatar balsas de inmigrantes que se habían hecho a la mar, principalmente en la costa libia. Europa, gran parte de ella, ya podría dormir con la conciencia tranquila, sabiendo que cuanto inmigrante quisiera alcanzar las costas europeas, iban a tener muy facilitada esta labor. De ello cuidarían estos barcos.
Sin embargo, esta labor que desde el principio mereció elogios y felicitaciones por parte de la sociedad civil, pronto empezó a mancharse, cada vez más, al ir apareciendo enormes dudas sobre la verdadera labor desempeñada por tales barcos.
Repasemos las circunstancias que se han ido produciendo en estos últimos meses. Así podremos entender un poco mejor qué está pasando.
La primera voz discordante vino de Italia. No sólo fue de la mano del anterior Ministro de Interior, Matteo Salvini, sino, de una parte, cada vez mayor, de la sociedad italiana. El ministro Salvini, en su época de mandato, prohibió a determinados barcos con bandera italiana, como el Mare Jonio, que acudieran a buscar inmigrantes, y que, si desobedecían esta prohibición, no podrían descargarles en puertos italianos, además de ser llevados ante la Justicia. Asimismo, prohibió el desembarco en Italia de inmigrantes traídos por determinados barcos de ONGs, como el Open Arms, de bandera española, el OceanViking, de bandera noruega, y el Eleonore y Matteo S, ambos de pabellón alemán.
Mientras una parte significativa de la sociedad italiana apoyó tales medidas de su entonces ministro, en Europa no fueron entendidas, como tampoco lo fueron por una parte del propio gobierno italiano, al que en esos momentos pertenecía el ministro Salvini.
Tal vez el respaldo a tales medidas de muchos italianos de a pie pudiera entenderse en clave de hartazgo de una parte significativa del país, al ver, con ojos horrorizados, comportamientos y actitudes de una gran parte de los inmigrantes que ya estaba viviendo en Italia. Y la constatación, no sólo de una enorme falta de integración en el país que les acoge, sino también el fuerte incremento de los delitos en Italia, sobre todo los relativos a robos, muchos con gran violencia, asesinatos y violaciones, cada vez en masa, o en manada, según el término que de un tiempo a esta parte se viene acuñando, y poniéndose de moda. Unos delitos que no tenían la frecuencia y la virulencia en otras épocas.
Pero otras cuestiones empezaron a aflorar. Y así, se empezó a correr la voz, sustentada por diversos vídeos, de que todo inmigrante, para ser pasado a Europa, debía abonar a las mafias dedicadas a este transporte de seres humanos, una cantidad de entre 3.000 y 4.000 euros. Asimismo, las secuencias de televisión, que terminaron por ser rápidamente censuradas en gran parte, mostraban el desembarco de tales inmigrantes en suelo europeo, provocando la indignación de una gran parte de la ciudadanía al verles bastante bien alimentados, muy lejos de los estereotipos transmitidos, con ropa y calzado de marca en muchas ocasiones, sonrientes y tranquilos, sin rastro alguno de sufrimiento en su rostros, a pesar de la persecución y penurias de las que se dijo que sufrían, y la mayor parte, portadora de teléfonos móviles de última generación, que provocó verdaderos enfados por parte de los telespectadores, al ser en no pocas ocasiones, bastante mejores que la media de los dispuestos por el europeo medio.
Pronto empezaron a circular más vídeos en los que se veía cómo grupos armados con fusiles kalashnikov, llegaban desde la costa libia en potentes motoras de muchos caballos de potencia, y se abarloaban al costado de tales barcos de las ONGs, subiendo a bordo de los mismos, con el fin de entablar negociaciones, en un ambiente relajado, festivo, y colaborador, con el fin de alcanzar prontamente un acuerdo, tal como reflejaban dichos videos.
Y muchos europeos empezaron a temerse que era entonces, posteriormente a este acuerdo, cuando las balsas de inmigrantes empezaban a partir de la costa libia.
Asimismo, más gente en Europa, cada vez en mayor número, se planteaban cómo era posible que barcos recién llegados a estas aguas, muy transitadas, eran capaces de, en pocas horas, localizar a un buen número de balsas cargadas de inmigrantes, algo que no habían podido hacer gran número de barcos que también se encontraban allí, muchos durante varios días. Además, llegados a este punto, se deben resaltar dos cosas principalmente: que no es nada sencillo encontrar una balsa en la mar, y sin embargo, tal cometido parecía tan fácil para estos barcos de las ONGs, que los encontraban con suma facilidad; y que dichas balsas no eran vistas, sin embargo, por la gran cantidad de barcos que por allí navegan en todo momento.
La idea que cada vez arraiga más en la mente de un progresivamente mayor número de europeos es que hay un aviso de tales barcas de inmigrantes a los barcos de las ONGs, concertando asimismo puntos de encuentro en la mar, para que así puedan ser transportados dichos inmigrantes a bordo de estos barcos, y llevados a Europa.
Con ello se cerraba el acuerdo establecido para llevar a tales inmigrantes a suelo europeo, fruto del pago del pasaje, con un coste entre 3.000 y 4.000 euros.
De hecho, muchos europeos empezaban a mostrarse cada vez más alejados emocionalmente de tales ONGs, y ponerse incluso en contra de las mismas, cuando surgió el tema de los puertos seguros, es decir, atender a la obligación de todo barco que encuentre a alguien en la mar, de dejarle en un puerto seguro.
Si uno se detiene a mirar las cartas de navegación de la zona, pronto es consciente de que los puertos de Túnez quedan mucho más cerca que los puertos europeos de las islas de Lampedusa, Sicilia y Malta. Sin embargo, los barcos de las ONGs aducen que no pueden dirigirse allí porque no son puertos seguros.
Este argumento indigna mucho más a cada vez más europeos, que lo tildan de manipulador e hipócrita, dado que cada año, nada menos que 9 millones de turistas, mayoritariamente europeos, llegar a sus puertos y a sus treinta aeropuertos. Y surge entonces la pregunta: ¿cómo que no es puerto seguro, si cada año llegan millones de turistas europeos?
La respuesta a esta cuestión de por qué no son desembarcados los inmigrantes recogidos en las costas libias, en los puertos tunecinos, situados a pocas horas de navegación, despierta nuevamente enfados en los ciudadanos europeos: no pueden desembarcarse realmente en Túnez a los inmigrantes porque han abonado un dinero superior a los 3.000 euros para ser llevado a Europa; por lo que Túnez sencillamente no les vale.
Este verano, en los meses de julio, agosto y primera quincena de septiembre, hemos querido constatar qué de verdad hay en todo esto. Para ello nos hemos provisto de programas de navegación, del tipo por ejemplo de Vessel Finder, donde uno puede seguir la pista de gran cantidad de barcos.
Se parte de que todo barco tiene sus identificaciones. Estamos hablado de su IMO, su MMSI y su CallSign, matrículas e identificadores. Con ello, podemos en cada momento disponer de la situación del barco a una hora determinada, con su latitud y su longitud, así como su rumbo y su velocidad.
En este momento, por ejemplo, podemos seguir al barco OceanViking, tal vez el que se muestra más activo en la búsqueda de inmigrantes. Y así, tras haber dejado el puerto de Lampedusa, y haberdesembarcado un centenar de inmigrantes, se encuentra a fecha de 16 de septiembre a las 19:24 horas, en situación de 34º14’05.952”N y 13º23’36.996”E, con rumbo 142,0º, y 10,2 nudos de velocidad, acercándose de nuevo a la costa libia.
Pues bien, pudimos constatar varias cosas en estos dos meses y medio de seguimiento, 75 días en total. Dicho seguimiento se hizo a cinco barcos caracterizados como los más activos en los últimos meses. Además del OceanViking, ya mencionado, están el Open Arms, el Mare Jonio, el Eleonore y el Matteo S.
La principal zona donde operan es frente a las costas libias, entre Zuwarah, al oeste, y Sabrata y Al Zawiyah al este. Es una zona donde abunda el tráfico marítimo, dado que allí está gran número de terminales de carga de petróleo y gas, tanto en tierra como en plataformas marinas. Por ello, en cada momento, uno se encuentra con más de una veintena de barcos, algunos de gran tonelaje.
Además, en dicha zona, uno puede detectar continuamente a los ASSO, que son barcos italianos auxiliares de dichas plataformas de carga. Se denominan por su número; en esas semanas estaban continuamente navegando desde el ASSO25 al ASSO30.
En esta experiencia de seguimiento de varios meses, pudo constatarse un típico modus operandi de estos cinco barcos. Se aproximan a la citada costa libia, hacen cursos de navegación paralelos a la costa de ida y vuelta, de manera abrupta navegan perpendiculares a la costa, al cabo vuelven a su situación anterior de rumbos paralelos a la costa, y al cabo de varios días, ponen rumbo hacia el norte o noroeste, situándose justo al borde de las aguas jurisdiccionales de Lampedusa y de Malta, donde permanecen unos días, hasta que logran la autorización de Italia o Malta, para desembarcar los inmigrantes que llevan a bordo.
Tras esto, quedan unos días en puerto, o bien vuelven a la misma zona de recogida de inmigrantes. Esto último es lo que está haciendo ahora mismo el OceanViking.
Ha habido alguna estupenda oportunidad para poder determinar algunas cosas. Así, en el tiempo en que los cinco barcos han estado en puerto, durante varios días, no se ha producido ninguna noticia de balsas de inmigrantes. En el momento en que el OceanViking, que ha sido quien en estos días se ha movido, partió del puerto de Marsella, donde se encontraba atracado, y llegó frente a la costa libia, se produjeron salidas de balsas de inmigrantes de dicha costa, recogiendo en escasos días un centenar de inmigrantes.
Durante los días que los barcos de las ONGs estuvieron en puerto, no se produjo ninguna noticia de balsa de inmigrantes, como dijimos anteriormente. Y ello a pesar de saber que en dicha zona navegan continuamente los ASSO, y en cada momento uno puede encontrarse con una veintena de buques, algunos de gran tonelaje.
Por otro lado, estos barcos que de manera continua se encuentran en la zona, no sólo no localizan ni tienen encuentro alguno con balsas de inmigrantes, sino que el OceanViking, recién llegado, en pocas horas, es capaz de localizar y subir a bordo a un centenar de inmigrantes.
Tal como está ahora el precio del pasaje de un inmigrante, superior a los 3.000 euros, supone que este viaje del centenar de inmigrantes, ha movido un montante global de 300.000-400.000 euros. Este verano, en uno de sus viajes, el OceanViking trasladó a 350 inmigrantes. Por tanto, dicho viaje movió un montante de 1.050.000-1.400.000 euros.
¡No está nada mal!, se piensa cada vez más en Europa.
No es de extrañar por tanto que todo esto provoque cada vez más dudas y suscite más controversia en el ciudadano medio europeo, sobre todo si es de la cuenca mediterránea.
A todo esto se añade algo que empieza a sentirse ya como muy inquietante y muy preocupante por dicho ciudadano: ¿qué pasa una vez dichos inmigrantes han llegado a Europa, y se les ha dejado libre circulación, como todo ciudadano europeo? Su respuesta da la oportunidad de poder profundizar en un tema interesante y poco conocido, y motivo de un más que interesante debate. Pero se escapa de los límites de este artículo.
Sin embargo, permite poder comprender mejor el cambio de opinión que se va produciendo en Europa respecto a este tema. Parece imperceptible, pero va calando como lluvia fina, de manera continua e inexorable, por lo que más temprano que tarde es posible que la posición europea respecto a la inmigración, vire 180º. Cuando eso ocurra, no debe sorprendernos, si uno ha podido ir analizando el por qué de las cosas, y haya así podido reflexionar sobre aquellas circunstancias protagonistas en este tema, algunas de las cuales hemos pretendido presentar en este artículo.
Perfil del autor:
Juan Ignacio Pinedo es Doctor en Medicina y Cirugía, Master en Economía y Dirección de Empresas y en Dirección de Operaciones. Especialista en Medicina Nuclear y en Mediación y Arbitraje Sanitario.