
La crisis política que se vive en Chile es preocupante. Sin duda la más grande desde la vuelta a la democracia el año 1990. Todo comenzó hace un par de meses cuando se destapo que un grupo económico, denominado empresas PENTA, proveniente de las privatizaciones que llevo a cabo el General Pinochet en plena dictadura militar, era quien financiaba al menos parte de las campañas políticas de la UDI. Se encontraron con boletas emitidas por trabajos que no se habían realizados, es decir, boletas ideológicamente falsas, para justificar los dineros que salían a financiar las campañas.
Luego, dentro de la investigación que realizaba el ministerio público, aparecieron nuevas boletas, esta vez de la empresa SQM, ex empresa estatal, ahora controlada por Julio Ponce Lerou, ex yerno de Pinochet, solo que ahora eran políticos de la Nueva Mayoría, coalición que gobierna junto a la Presidenta Bachelet, los que aparecían involucrados.
Y hace 2 meses fue que reventó el último caso que tiene al gobierno en las cuerdas, el caso CAVAL. Donde la empresa del mismo nombre y cuyos socios son el hijo de la presidenta, Sebastián Dávalos y su nuera, pidieron un crédito al Banco Chile por $6.500.000.000, algo así como más de U$10.000.000. El punto, es que en Chile los bancos comerciales tienen políticas muy exigentes a la hora de pedir créditos a las pequeñas y medianas empresas como lo es CAVAL, y sin embargo, luego de una reunión de los socios con el mismo presidente del banco y uno de los hombres con mayor fortuna en Chile, Andrónico Luksic, el banco resuelve prestarles dicha cantidad para comprar unos terrenos en el sector Machali a una inmobiliaria, quien las adquiría con el compromiso del cambio de uso de suelo, lo que aumentaba considerablemente su valor y permitía la construcción de viviendas o edificios. Dicho negocio le reporto a CAVAL $2.500.000.000. Esto claramente se ve como un abuso y manejo de influencias y lo que actualmente se discute es si la presidenta Bachelet estaba o no en conocimiento de estas operaciones.
Es así como toda la clase política en Chile está cuestionada y con la peor evaluación en los últimos 25 años. En la marcha del día jueves 16 de abril, la consigna era de rechazo total, sin distinguir izquierda y derecha, la gente exige cambios, que ciertamente no llegaran mientras no exista una verdadera renovación de la clase política. De hecho ya se está analizando la posibilidad de adelantar las elecciones parlamentarias.
Una buena posibilidad que tiene el gobierno es crear una ley de financiamiento electoral, donde se prohíban los aportes privados, siendo el propio estado quien financie dichas campanas con bienes públicos, garantizando por lo demás una verdadera igualdad de oportunidades entre los candidatos, asegurando así, el recambio político que el País necesita, y de pasada eliminamos los aportes empresariales, que ciertamente implican compromisos político-económicos y que genera corrupción y desprestigio de la política nacional.
Por Rodrigo Neumann (Santiago de Chile)
Egresado de Derecho
Licenciado en Ciencias Políticas y Sociológicas.
(Presidente ONG Sin Cadenas, Vice-presidente ONG Gobernar, Director Jurídico AFAPRECH)
rodrigoneumann.wordpress.com













Latinoamérica en la coyuntura actual es un volcán económico, social y político en erupción. La corrupción en sus distintas formas que es propiedad privada de la derecha,(en todas sus prácticas de anti-política usada en forma masiva-destructiva por el neoliberalismo, hoy ha salpicado muy fuerte hacia la izquierda y el centro político, situación que ha generado un profundo malestar y decepción política en la Ciudadanía. Las calles y plazas públicas que antes fue “patrimonio de la lucha política de la izquierda y los sectores progresistas”, hoy se nos arrebató, nos han expropiado y es la derecha, los grupos de poder económico, más las elites políticas están en las calles y plazas públicas. Pero la gran diferencia política con los tiempos nuestros, es que nosotros, la izquierda hemos perdido nuestra Identidad Política de clase, incluso más allá hemos “rifado” la Promesa Socialista, por posiciones muy cómodas, conciliadoras, arribistas y por lo general parte de nuestra “dirigencia” muy rápido ha pasado a engrosar las filas de los “disidentes políticos de la izquierda”.
La corrupción en sus distintas manifestaciones y prácticas los devoró totalmente. Realidad compleja turbulenta, polarizada que ha explotado en nuestra propia cara. Estamos perdiendo la batalla, la derecha está encima de nosotros, se nos agotó la iniciativa de luchar con responsabilidad política y compromiso histórico. Sector político de lo que fue en Europa, la Social-democracia, hoy convertido en un aliado y/o instrumento político del neoliberalismo. Si realmente queremos como Sujetos Sociales Históricos, protagonistas de un proceso revolucionario – que no sea ni calco, ni copia, sino creación heroica de los pueblos – es necesario no sólo una reforma en la Política – en toda su estructura – sino una revolución democrática, participativa, ciudadana, que termine con la lacra social, expulse la codicia como práctica cotidiana y extermine el virus de la corrupción, y desde las propias bases sociales organizadas, cohesionadas políticamente asumir junto a los Nuevos Líderes Comunitarios del Poder Local, el proceso político que por décadas son protagonistas nuestros pueblos. Devolvamos la fe en la izquierda, la esperanza en los cambios sociales, la confianza en los nuevos procesos políticos. Otro mundo, Socialista, Democrático, Sí es posible.
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