Solo soy un ciudadano que se ha graduado por perseverancia, dedicación y observación, en la Universidad de la Vida; no poseo diplomas colgados en la pared que digan que soy psicólogo, sociólogo, antropólogo, etc. Mis diplomas, no pocos, algunos en la pared, otros en carpetas, guardados en algún cajón, dicen de mi trayectoria como escritor y como artista plástico, nada más, por ello esgrimo mis opiniones desde la óptica de un ciudadano que observa, escucha y procura aprender y dentro de sus posibilidades, entender a los que más saben o al menos eso dicen sus diplomas rimbombantes.
Hace unos días me instalé ante el TV para escuchar el discurso de Maduro, dando a conocer el estado de cuentas de su país, Venezuela. Recuerdo que durante el último gobierno del Dr. Tabaré Vázquez, éste dispuso una conferencia de prensa donde dio a conocer, casi al fin de su gestión, el estado de cuentas del país; carpetas, listados, ingresos, egresos, finanzas, etc, etc… Pensé que Maduro iría en ese sentido, es decir, trabajé, hice esto y esto otro, y me queda en el debe tal o cual cosa, en fin algo serio tal cual los uruguayos estamos acostumbrados a ver, más allá de si estamos de acuerdo o no, pero enmarcado en un ámbito de seriedad y sobre todo de legitimidad.
Grande fue mi sorpresa cuando me encuentro con un mandatario mandón, quien en el decurso de su alocución advirtió a sus adversarios, algunos de ellos preso, que escasa o nula posibilidad poseen de acceder al gobierno de la Nación si no es por los caminos determinados por la actual política, o sea, no debe ser oposición para pretender acceder al poder, entonces me pregunto… ¿Dónde está el cambio?… ¿Dónde una segunda opción? ¿Dónde la alternativa?
Percibí a un Maduro inmaduro, timorato, verborrágico, quien desató una andanada de palabras cuasi sin sentido, pretendiendo exponer el desarrollo de planes y proyectos para bajar una inflación desbocada, para atacar la infame inseguridad del país; discurso que seguramente casi nadie comprendió, que quienes más o menos lo entendieron no creyeron una palabra de lo que el robusto presidente expresó y que después de cada concepto vertido, se cuidaban de aplaudir, aunque sea a desgano o sacudir una solitaria pancarta en lo alto de la habitación, para salir en las cámaras y evitar así ser objeto de la atención del Hombre.
El líder, el hombre que posee la casi divina facultad de hablar con un pajarico que le dice que debe y que no debe hacer; el hombre que de chofer de ómnibus pasó a ser la sombra de Chávez y de ahí, a los codazos limpios, a ser el Presidente de un país hermoso, rico, y poseedor de una gente maravillosa, empeñándose como si del mandato de un demonio se tratara, en destruirlo, en hacerlo trizas, en ir desgarrándolo poco a poco en nombre de Bolivar y para colmo, en vez de evidenciar confianza, en vez de erigirse en la luz para el camino, en la señal para la salida a tanta calamidad, le dice a la gente que si no hay papel higiénico es porque los venezolanos comen mucho, o que Dios proveerá, mientras su pueblo echa raíces, se desgasta, se aliena, aguardando horas y horas bajo el sol para obtener un menguado suministro de víveres. ¡Y eso que no están en guerra ni han sufrido cataclismos que los llevaran a las penurias que están pasando (salvo la de tener que sufrir a un personaje como Maduro)!
El hombre que venera como modelo de país un sistema tan corroído como derrumbado y caduco, como el representado por el atrofiado sistema cubano y sus dirigentes, o momificados o en vías de, no puede ser ejemplo de nada ni de nadie, porque es como una gran cáscara que al ser abierta casi nada guarda en ella, aunque se esfuerce en vender otra cosa, ataviándose cada vez que habla en público como si de un Gran Maestre se tratara.
Cada vez que pienso que el conjuro de algunos países entre los que se encuentra el mío, armó insorteables chicanas al gobierno paraguayo, único que se oponía al ingreso de Venezuela al Bloque del Mercosur, quitándolo del medio para que entrara a tallar este pobre hombre en el concierto político regional, me da miedo.
¿Qué Karma debe cumplir este pueblo americano para tener que soportar de la nada, gente como la que los desgobierna?
Muchas veces antes de escribir alguna nota en este sentido, reflexiono sobre el ser continental, sobre esa argamasa que nos une, nos identifica, nos hace, aunque diferentes, más o menos iguales y nos permite, o eso debería suceder, andar por los mismos senderos, más o menos detrás de los mismos objetivos, aunando esfuerzos como continente, como crisol de pueblos sud americanos para permitirnos la esperanza del sueño de la Patria Grande. ¡Patrañas! El mal no solo lo hace el malo, también lo hace aquel que viéndolo, que pudiendo hacer algo, consciente o inconscientemente presta su silencio, revistiéndolo de política de Estado, de no intromisión, de respeto; pero llegará el día y espero que de esto algunos aprendan algo, que los Maduros, los Castros, los Fernández Kirchner, etc. sean nada más que un mal recuerdo, y si en toda esa batea en que ese hermano está inmerso, Dios no provee, por lo menos que se digne bendecirlo de una buena vez.
José Luis Rondán
Taller de Arte “La Guarida” del artista plástico José L. Rondán
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