Presidentes, Jefes de Estado, Primeros Ministros, personalidades del mundo empresarial y de la política, del mundo del espectáculo y otras tantas profesiones, algunas presuntamente serias, caen en la tentación de aparecer en la selfie.
Todas son iguales, un grupo amontonado posa para la foto, como si fuera algo divertido, distinto y novedoso y otro, que también aparece en la imagen, es quien apreta el “botón” para lograr la fotografía presuntamente histórica.
Ya no hay límites y todos hacen lo mismo, corren inmediatamente a subir la selfie a las redes sociales, como si fuera una novedad.
Esto no es ningún descubrimiento, pero muchos recordarán que antes de la selfie estúpida de hoy, uno se tomaba fotos de grupo activando en las viejas máquinas el disparo con retardo, que permitía al fotógrafo ir con el tiempo suficiente a colocarse junto a sus amigos para también salir en la instantánea.
A la frase de Einstein del principio, podríamos agregar otra de Jean de la Fontaine: “Todos los cerebros del mundo son impotentes contra cualquier estupidez que esté de moda.
Ahora los dejo, tengo que ir a tomarme una selfie con varios amigos para subir a internet