
“…el matrimonio ha dejado de ser la institución de un consorcio de vida en común entre un hombre y una mujer en orden a su mutuo perfeccionamiento y la procreación”
Más adelante en su misiva, el obispo López Llorente, expresa: “Vivimos, sin embargo, tiempos poco favorables para el matrimonio, con un cambio sustancial en nuestra legislación que afecta gravemente a la familia. En nuestro Código Civil, el matrimonio ha dejado de ser la institución de un consorcio de vida en común entre un hombre y una mujer en orden a su mutuo perfeccionamiento y la procreación, y se ha convertido en la institución de convivencia afectiva entre dos personas; una unión que puede ser disuelta unilateralmente por una de ellas, con tal que hayan pasado tres mees desde la formalización del contrato matrimonial. Con la exclusión de toda referencia a la diferencia entre el varón y la mujer, se da vía libre a las uniones entre personas del mismo sexo. De este modo se han puesto las bases para la destrucción del matrimonio y de la familia, negándoles su valor insustituible para la acogida, la formación y desarrollo de la persona humana y para la vertebración básica de la sociedad. Sus efectos son, entre otros, el debilitamiento del amor duradero entre los esposos, del amor materno y paterno, del amor filial, el notable aumento de hijos con graves perturbaciones de su personalidad y el desarrollo de un clima que termina con frecuencia en la violencia. Si el matrimonio y la familia entran en crisis, la sociedad misma comienza a estar enferma”, explica el obispo.
“A veces se escucha que la Iglesia ha de ‘adaptarse’ a la sociedad, olvidando que la Iglesia no es dueña, sino servidora”
Luego señala en su carta que: “No cabe duda que esta situación va minando también la conciencia de muchos católicos. A veces se escucha que la Iglesia ha de ‘adaptarse’ a la sociedad, olvidando que la Iglesia no es dueña, sino servidora, y que no puede abandonar su fidelidad al Evangelio ni su fidelidad al ser humano según el plan de Dios. Se acepta como algo probado que la Iglesia se opone al presunto ‘progreso’ de la sociedad. Pero ¿son de verdad un progreso humano el ‘divorcio expres’, las uniones de hecho, el número creciente de familias rotas o el sufrimiento de los hijos que lo padecen?.
Finalmente el obispo de Castellón expresa: “La Jornada de la Familia, el Domingo de la Sagrada Familia de Nazaret, nos invita a volver nuestra mirada a Dios para acoger, proclamar y vivir el Evangelio del matrimonio, de la familia y de la vida en la comunión en la fe y en la moral de nuestra Iglesia”.









