Los talibanes de acá

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Javier García
Ayer Mujica mencionó la existencia de “talibanes” que aparecerán en la política uruguaya que van a radicalizar el ambiente. No es nuevo que los radicalismos medren contra la inmensa mayoría. El propio Wilson sufrió a los talibanes de acá, entre los que se encontraba el propio Mujica que con los del otro extremo lo quisieron apretar como una morsa. La historia todos la conocemos, ganaron ellos y perdimos todos, porque la verdad que si fueron dos demonios o cincuenta da lo mismo, acá hubo 12 años de dictadura y violaciones a los derechos humanos porque les guste o no fueron socios que se alimentaron mutuamente.
El ejemplo presidencial vino a cuento del retiro de los cargos del bordaberrismo. Cada cual asume sus decisiones y las toma. Pero esto de que se aviven los extremos tiene una responsabilidad primera en el gobierno que no cumplió uno solo de los acuerdos que firmó. Llega la hora de pasar raya. Al principio de este período, en 2010, se firmaron documentos de acuerdo entre todos los partidos en cuatro áreas: seguridad, política exterior, medio ambiente y energía.
El comienzo del gobierno, para sus intereses políticos, no podía ser mejor. Con mayorías parlamentarias propias y con acuerdos firmados en cuatro áreas estratégicas, le quedaba solo poner piloto automático y asumir que debía ejecutar. Pero sus “talibanes” no querían estos acuerdos, tanto no los querían que empezaron minar el campo político. Pasaron pocos meses para que a impulso del propio canciller Almagro, cabeza de una de las áreas de acuerdo, se empezara a romper puentes con toda la oposición y sobre todo con principios democráticos básicos. Fue él, con la complacencia del propio Mujica que si no por acción sí por omisión, el que empezó a tejer la idea de tirar por tierra los veredictos populares sobre la Caducidad, que se terminaron tirando.
Cómo se puede construir un clima de entendimiento si se hace sobre la base de desconocer la voluntad popular. Luego, un día sí y otro también apareció otro miembro talibán, no fue hombre sino mujer, soldada, y estaba en la propia casa del presidente. Con desprecio nunca ocultado, agravió hasta aburrirse a la oposición. No podrá decir el presidente que no sabía en qué andaba su esposa.
Ningún acuerdo cumplió ni quiso cumplir Mujica. Votamos todos los recursos que se necesitaban para instrumentar todos, pero no se cumplió ninguno. En materia de seguridad un desastre total que ahora se corona con los datos de las últimas horas, en política exterior tirando por tierra con una larga tradición de dignidad nacional y poniendo a Uruguay de rodillas con una política internacional que da vergüenza.
La educación se entregó a las corporaciones en el gobierno de Vázquez y la impotencia del gobierno para ponerles límite llevó a que a instancias del Partido Nacional se firmara un entendimiento entre todos los partidos en febrero pasado en el despacho presidencial, para devolver autoridad al sistema político en la enseñanza y aprobar el “Promejora”. Pero ni eso se pudo, porque los “talibanes” del presidente no quieren y Mujica achicó y no cumple con su palabra.
Así que el presidente es responsable. Anda con cara de “yo no fui” diciendo que de la oposición es la culpa, menos de él, que con “alta política” hizo acuerdos históricos. Fueron sí históricos como lo será que él no haya cumplido ninguno, él y sus talibanes.
El País Digital