
En esta final de la Champions en Milán, aprovechando la peinada de Bale en un tiro de balón parado, Ramos convierte, en clara posición adelantada, el tanto de su equipo y el cuestionado árbitro inglés y el asistente de banda, lo convalidan. En cualquier lugar del planeta se lo anulan, pero la suerte del sevillano fue más fuerte que la realidad.
Pero para completar la faena del día, Carrasco, el delantero del Atlético se iba solo hacía la portería merengue y Ramos en una entrada descalificadora lo barrió literalmente con una violenta entrada desde atrás, que merecía, sin dudar, la tarjeta roja del árbitro.
Pero otra vez la suerte (o la ineptitud del colegiado inglés) le permitieron ser solamente ‘amonestado’ con una amarilla y seguir en el terreno de juego.
Luego el penalti marcado por Ramos, en la serie para dirimir el título, lo convierten en un hombre de suerte, ya que si la justicia se hubiera aplicado como correspondía, estaría expulsado y viendo el partido desde la tribuna.
En fin; la buena fortuna en el fútbol, también juega.












