Por los cambios en el Norte y en el Sur

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A estas alturas de la campaña electoral la mayor parte de los electores tienen una opinión formada sobre las diferentes ofertas de las formaciones en contienda democrática. Para el caso asturiano parece que el bloque reformista o moderado (Foro y PP) está por delante de las izquierdas, lo que indica un castigo menor del previsto a la hora de considerar, por parte de los votantes, el alcance del fracaso que supuso no haber acordado un gobierno común fuerte, respaldado por los 26 diputados que ambos obtuvieron en las autonómicas del año pasado. Desde el punto de vista de la matemática electoral la previsión de Cascos en el momento de la convocatoria electoral parece que ha sido la adecuada.
En el verano de 2011 reinaron bicéfalamente dos estrategias entre los populares astures. Una tendía a un acuerdo natural de legislatura, bien fuera dentro del ejecutivo o un pacto global de legislatura, entre otras posibilidades similares. La antigua dirección de los “conservadores” decidió lo contrario, el análisis de éstos interpretó que Foro era un competidor de espacio al que había que combatir. A partir de ahí los devaneos entre socialistas y PP, el de entonces, convergieron en una estrategia de oposición absurda a la vista de las coincidencias ente los “proyectos moderados”.
Andalucía camina con paso firme a un cambio político que supondrá el colofón de la victoria de Mariano Rajoy y su Partido Popular en las Elecciones Generales de hace poco más de tres meses. Javier Arenas, después de varios intentos, toca la Presidencia de Andalucía frente a un PSOE que será desalojado del poder omnímodo que mantuvo durante décadas. Y digo desalojado porque se pueden producir las retiradas de muchas maneras; sin embargo algunas son peores que otras, hasta el punto de resultar catastróficas para los desahuciados. En este caso la partida es con escándalo también.
La marcha está ya siendo vivida por los perdedores como un drama por capítulos escritos desde hace meses. La versión andaluza del PSOE arde en la hoguera de las vanidades cual un protagonista que no acepta su sino hacia el ocaso.
Las realidades políticas de Andalucía y Asturias hablan de mudanzas en el Cambio Histórico y tranquilo al sur. Al norte, una nueva dirección política en el PP, la candidatura electoral renovada y la aparición de nuevos actores, como el flamante Alcalde de Oviedo; hace esperar que las cosas no sean igual que en el pasado, o por lo menos no “tan así”, el futuro dirá si se ha producido la “transmutación”.
Dentro de los dos ámbitos se presenta un porvenir previsible plagado de la ilusión que proviene de casi todo cambio. Los ritos de paso político suponen una consecuencia de esperanza, máxime en tiempos de tribulación. Serán los electorados quienes tengan la última palabra y legitimen con su decisión lo venidero. La alternancia o la variación de partidos en el poder suponen un indicador de buen funcionamiento democrático y, en la práctica, una necesidad poco discutible.