En su segunda jornada en Turín, el Papa Francisco visitó este lunes, a la comunidad del Templo Valdense. En este encuentro histórico, puesto que se trata de la primera visita de un Sucesor de Pedro, el Pontífice fue recibido por el Moderador de la Mesa Valdense, Eugenio Bernardini, el Pastor titular de esta Iglesia, Paolo Ribet, y el Presidente del Consistorio de la Iglesia Evangélica Valdense, Sergio Velluto.
El Santo Padre llegó a las 9.00 al Templo Valdense de Corso Vittorio Emanuele II procedente de la sede del Arzobispado de Turín, donde había pernoctado. En el discurso que les dirigió, el Papa Francisco comenzó con un breve recuerdo personal de sus encuentros anteriores con los amigos de esta Iglesia Evangélica del Río de la Plata, cuando era Arzobispo de Buenos Aires, de los que pudo apreciar – dijo – “la espiritualidad y la fe” y de los que aprendió “tantas cosas buenas”.
El redescubrimiento de la fraternidad a pesar de las diferencias: una comunión en camino
De hecho, al dirigirse con gran alegría a estos queridos hermanos y hermanas, y tras agradecer la invitación recibida por los responsables de esta comunidad de Turín, el Papa dijo:
“Uno de los principales frutos que el movimiento ecuménico ya ha permitido que recojamos en estos años es el redescubrimiento de la fraternidad que une a todos aquellos que creen en Jesucristo y han sido bautizados en su nombre”.
La Iglesia católica pide perdón por sus culpas pasadas
Francisco explicó que “la unidad, que es fruto del Espíritu Santo no significa uniformidad”. En efecto, dijo, los hermanos están unidos por un mismo origen, “pero no son idénticos entre sí”. “Lamentablemente – afirmó el Papa – ha sucedido y sigue sucediendo que los hermanos no acepten sus diversidades y terminen por hacerse la guerra uno contra otro”.
“Reflexionando sobre la historia de nuestras relaciones, no podemos dejar de entristecernos frente a contiendas y violencias cometidas en nombre de su propia fe, y pido al Señor que nos dé la gracia de reconocernos todos pecadores y de saber perdonarnos recíprocamente”.
El Papa Francisco añadió que por iniciativa de Dios, quien jamás se resigna frente al pecado del hombre, se abren caminos nuevos para vivir nuestra fraternidad, a lo que, por otra parte, no podemos sustraernos:
“Por parte de la Iglesia católica les pido perdón. Les pido perdón por las actitudes y los comportamientos no cristianos, incluso no humanos que, en la historia, hemos tenido contra ustedes. En nombre del Señor Jesucristo, ¡perdónenos!”.
Las relaciones entre los valdenses y los católicos hoy se fundan en el respeto mutuo y en la caridad fraterna
El Papa constató con satisfacción que hoy las relaciones entre los católicos y los valdenses se fundan cada vez más “en el respeto mutuo y en la caridad fraterna”, tal como lo testimonian, por ejemplo, la traducción inter-confesional de la Biblia, los acuerdos pastorales para la celebración del matrimonio, la reciente redacción de un llamamiento conjunto contra la violencia contra las mujeres y otras iniciativas comunes.
Francisco se refirió a los muchos contactos cordiales en diversos contextos locales, donde se comparten la oración y el estudio de las Escrituras, y recordó el intercambio ecuménico de dones realizado con ocasión de la Pascua, por la Iglesia Valdense de Pinerolo y de esa Diócesis:
“La Iglesia Valdense ofreció a los católicos el vino para la celebración de la Vigilia de Pascua y la Diócesis católica ofreció a los hermanos valdenses el pan para la Santa Cena del Domingo de Pascua. Se trata de un gesto entre las dos Iglesias, que va mucho más allá de la sencilla cortesía y hace pregustar, en cierto sentido – pregustar en cierto sentido – esa unidad de la mesa eucarística que anhelamos”.
Que las diferencias no sean un obstáculo contra la colaboración en la evangelización y en las obras
El Santo Padre subrayó que estos pasos animan a proseguir por este camino común y destacó que un primer ámbito en el que se abren amplias posibilidades de colaboración entre valdenses y católicos es el de la evangelización, mientras otro es el del servicio a la humanidad que sufre, a los pobres, a los enfermos y a los marginados.
Y tras agradecer lo que anteriormente se había dicho sobre los emigrantes, Francisco añadió:
“La elección de los pobres, de los últimos, de aquellos a quienes la sociedad excluye, nos acerca al corazón mismo de Dios, que se ha hecho pobre para enriquecernos con su pobreza y, en consecuencia, nos acerca más unos a otros”.
Además, el Santo Padre manifestó su deseo de que las diferencias que siguen existiendo entre ambas Iglesias sobre importantes cuestiones antropológicas y éticas no deben impedir que se encuentren formas de colaboración en estos y otros ámbitos.
Fuente: Radio Vaticana