Aniversario del pintor uruguayo Juan Manuel Blanes

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Juan Manuel Blanes (Museo Municipal de Bellas Artes)
Juan Manuel Blanes (Museo Municipal de Bellas Artes)
Hoy 8 de junio, se cumplen 185 años del nacimiento en Montevideo, Uruguay, del “pintor de la patria”, Juan Manuel Blanes.
Creador de cuantiosas y desiguales obras producidas en pleno siglo XIX; el pintor murió en Pisa, Italia, el 15 de abril de 1901.
La obra de Blanes es la primera producción pictórica de carácter nacional-entendiendo por ello no solo la pintura que reproduce el ideal de Estado-Nación, sino la que resulta del compromiso del autor con su medio- al utilizar la corriente doctrinaria de la pintura europea, para dar una respuesta a las demandas político-culturales de la época, en Uruguay.
Formación académica
Gracias a una beca del Estado, se perfecciona en Italia. Su maestro de pintura en Florencia, Antonio Císeri, lo introdujo en las “leyes universales del arte”: rigor en el dibujo, respeto por las leyes de perspectiva, preocupación por la disposición compositiva, manejo convencional del color. Haciendo de la pintura un reflejo fiel de las apariencias visuales de la realidad.
Entre 1850 y 1860 su obra consiste en retratos y murales sobre las guerras civiles en la región. Al llegar a Montevideo en 1864 de su viaje por Europa y con un prestigio conquistado, comienza a trabajar sobre políticos y militares relevantes. Su disposición a emprender esta tarea estaba fundada en el propio clima político, social y cultural que se vivía en Uruguay, donde se hacía necesaria la exaltación de “prototipos” para nutrir el sentimiento emergente de identidad nacional. La idea de fidelidad a lo real, en torno a la pintura histórica, es parte de su formación académica, donde un lenguaje descriptivo y naturalista funda en imágenes la construcción de un imaginario republicano.
La pintura y el método científico
El famoso óleo del “Juramento de los Treinta y tres Orientales” tuvo su investigación previa por parte del pintor. Recabó datos y apuntes de luz y coloración con la mayor fidelidad posible del lugar exacto donde tuvo como escenario el desembarco de José Antonio Lavalleja y sus hombres. Al mejor estilo “positivista” hace uso de una metodología científica. Decía Blanes en 1878 a propósito de su obsesión por la fidelidad documental: “Me resisto a confundir la importancia del arte que adivina y del arte que observa, del que sueña y del que ve, del convencional y del verdadero, que obedece, imita, que retrata las costumbres buenas, que hace justicia, que sirve nuestras necesidades, triunfos y dolores”.
En la obra plasmó la emoción épica de la gesta emancipadora de Lavalleja a través del desembarco de los héroes en la playa de la Agraciada.
Recepción del público
Cuando se expuso en su taller el cuadro del Juramento, la prensa de la época se refería al acontecimiento de esta manera: “millares de personas de todas las clases sociales desfilaron -durante más de un mes- ante el cuadro (…) coronas y ramos de flores fueron depositados a diario (…), se colocaron sobre el tapiz cintas y ofrendas simbólicas; los poetas leyeron poemas que resaltaban la obra inmortal (…), solamente comparable a la que provocó la exhibición en Buenos Aires del cuadro del mismo autor sobre “Un episodio de la Fiebre Amarilla en Buenos Aires”, obra actualmente desaparecida.
Fue en 1871 que exhibió “Un episodio de la Fiebre amarilla en Buenos Aires” en el foyer del Teatro Colón, en el cual evocó con realismo conmovedor una de las escenas más dramáticas de aquellos tristes y mortales días de 1871, la obra fue vista por multitudes. Dos años después fue seleccionada para la Exposición Internacional de Viena.
Retratista
Volvió a Italia en 1879, a vigilar la educación artística de sus hijos y al cabo de cuatro años de ausencia que también fueron de estudio y trabajo, restableció su taller en Montevideo, dedicado principalmente al retrato. Entonces produjo piezas culminantes en ese arte: el retrato de “Doña Carlota Ferreira”, donde suelta alegremente los tonos de su paleta, traduce con claridad pictórica las calidades del físico de su modelo y las prendas de su vestimenta. A la que Blanes impuso una seductora serenidad, dentro de una atmósfera radiante, la acerca al clima luminoso del modernismo.
Sin embargo en el retrato de su madre, si bien obtuvo un excepcional resultado, juega con la penumbra mediante el contraste de luces proyectadas sobre los elementos de la obra, recordando al pintor italiano Caravaggio.
Los retratos de Blanes constituyen una línea específica de su trabajo como pintor, colaborando en el registro y en la consolidación de una imagen de los sectores pujantes en la sociedad uruguaya de finales del siglo diecinueve.
Pintura gauchesca
Hay dos tipos de gauchos en la obra de Blanes. En la mayoría de las obras con motivos de la vida del gaucho en la sociedad rural, es una pintura más sugestiva que descriptiva, donde el pintor se distancia de la rigidez academicista: al imprimir una visión lírica del campo y el tratamiento abocetado del paisaje, acercándose a sus contemporáneos italianos. Inaugurando el paisajismo en el arte uruguayo.
En otras pinturas al gaucho lo muestra como figura idealizada, creando una imagen “civilizada”, haciendo de él una figura exótica y pintoresca. Dice Gabriel Peluffo Linari en su “Historia de la pintura uruguaya”: “(…) la (imagen) que el doctorado urbano necesitaba para sosegar su sentimiento de culpa, o para conciliarse con el tipo humano que fuera para el intelectual principista, una auténtica vergüenza nacional (…), en el caso de Blanes, al hacerlo desde sus parámetros académicos, reforzó las posibles carencias y exaltó por otro lado los aspectos epidémicos de su pintura costumbrista”.
En su arte buscó conciliar la austeridad moral republicano con lo efímero de lo anecdótico. Con Blanes la historia nacional se convirtió en tema, con su obra despunta la pintura republicana y por ello fue llamado “el pintor de la Patria”.
Daniela Arismendes
Editora de Cultura ICN Diario
Fuente: Peluffo Linari, Gabriel: “Historia de la pintura uruguaya” Tomo I. Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1999.