
Alguien desconocido, aunque ya hay sospechas, lanzó los ratones en el recinto y el caos fue total.
Aguerridos políticos forjados en mil batallas parlamentarias, saltaban y corrían como poseidos pidiendo a los gritos que ingresaran a sala los miembros de la seguridad del Congreso para enfrentarse a los ratones.
Establecida nuevamente la calma; los pequeños visitantes fueron capturados por las fuerzas del orden y llevados hasta un lugar no identificado. No se sabe si para interrogarlos o dejarlos en libertad.










