Piriápolis, ciudad fundada por don Francisco PIRIA durante el año de 1893 y concebida como un balneario al estilo europeo, no es la excepción a lo que acabamos de mencionar. Constituye por tanto un crisol de recuerdos, manojo de la memoria; de encuentros y desencuentros de cientos de miles de turistas que convocados en diferentes épocas del año, vivieron en él sus mejores momentos, la concreción de alguno de sus sueños y también, porque no, la frustración de muchos de ellos.
Piriápolis, la ciudad del sol, emergida de entre las piedras del Pan de Azúcar, del cerro del Toro y del San Antonio gracias a la voluntad y el tesón de un visionario; urbe sencilla y mística, recostada al mar. Atanor de mil leyendas relacionadas a la alquimia, a la magia y a la energía de viejas historias surgidas de sus agrestes montes, de las sudestadas, la lucha de sus aguerridos pescadores y sus variadísimos espacios, tanto interiores como exteriores, cargados de símbolos y misteriosos significados.
Ante todo lo dicho, el imponente HOTEL ARGENTINO, ícono de la ciudad y patrimonio Nacional, fundado en 1930, no podría quedar fuera de esa dinámica, y es por ello seguramente, que el Estado, según reza una nota periodística de hace algunos días, está decidido a no dar más prórrogas a la concesionaria que dirige dicho hotel, anunciando que el plazo para el fin de dicha concesión vence en setiembre del presente año.
¿Estarán procurando una renovación?
Recuerdo cuando hace ya unos cuantos años, el Hotel Argentino se presentaba lastimoso y pálido, como queriendo desaparecer de la imponente rambla piriapolense. Recuerdo aun cuando en algunas ocasiones en que visité el balneario, llamó poderosamente mi atención el enorme edificio, casi un mamotreto, por aquellos entonces, lúgubre, apagado y sin ánimo de recibir visitas.
El tiempo fue pasando y un buen día lo percibí diferente; yo no sabía de grupos inversores ni de administradores; yo no sabía mucho del Estado y sus inversiones, de si perdía o ganaba en tal o cual emprendimiento; sólo sentía en mi corazón de joven muchacho si algo me agradaba o no, si algo me hacía sentir bien o me disgustaba.
Hoy cuando los años han pasado y la vida me ha hecho transitar por diversos caminos, al igual que a los veraneantes de este hermoso paraje que es Piriápolis; acariciando sueños y esperanzas, asimilando frustraciones y tropiezos, y obviamente ya con otra experiencia de la vida, puedo sentir al pasar frente a la enorme H del majestuoso hotel, la energía surgiendo de entre sus magníficos portales o desde sus ventanas entre abiertas; los espíritus que le habitan, bajando por sus escalinatas centrales o por los amplios pasillos donde aún percibo a la gente del 900.
No habré de hablar en esta nota acerca de ganancias o pérdidas, no habré de mencionar cantidad de habitaciones, comodidades, pasajeros, nómina de empleados o proyectos sobre la mesa u olvidados en un cajón porque el Estado despreocupadamente olvidó estudiar, sólo habré de reflexionar acerca del porqué de este agradable sentimiento que me hace respirar paz, y tras recorrer pasillos y escaleras, sentarme en silencio en sus amplios salones o caminar por sus jardines, pude convencerme por fin que lo que hay entre estas magníficas paredes es amor y compromiso de parte de gestores y empleados, quienes han aprendido a sentir verdaderamente lo que hacen.
El Estado anuncia que prontamente llamará a licitación, no más prórroga a los actuales administradores, dicen. ¿Será que necesitan demostrar que son diáfanos en la gestión y por ello se entiende que hay que darle participación a otros empresarios, aunque nadie se pregunte si los actuales encargados lo han hecho mal, si son irresponsables, descuidados, o si no son honestos o simplemente llegó la hora de su relevo?
Creo que es importante resaltar, aunque seguramente ya lo saben, la tarea profesional y dedicada del equipo de trabajo que hoy por hoy funciona en el ámbito del Hotel Argentino de Piriápolis; (lo hemos experimentado al alojarnos como pasajeros sin que se supiera de nuestra condición de periodistas), de la permanente preocupación por innovar, por mejorar, por acercar tan señorial edificio e importantes instalaciones a los estratos sociales menos pudientes, con programas acabados de turismo social, o el club de niños, donde permite que padres e hijos participen de una misma actividad, la talasoterapia, actividad terapéutica viable en virtud de las piscinas de agua caliente con que cuenta el establecimiento, entre otros servicios de primera calidad que hacen, como ya expresáramos, de este Hotel, un importantísimo baluarte en el contexto turístico de la mística ciudad y su entorno.
Me contaba un lugareño al momento de estar preparando esta nota, que una vez finalizadas las instancias respecto al legado de don Francisco, dicho hotel pasó a manos del Estado, quien se abocó a la correspondiente administración, lo que llevó prontamente a que este establecimiento pasara de ser uno de los mejores hoteles de América, a uno de los peores, agregando inmediatamente que para él, viejo habitante de la ciudad, había un antes y un después de los Méndez Requena, ya que ese grupo había logrado dar el golpe de timón que el Argentino Hotel necesitaba para empezar a remontar posiciones en el contexto hotelero, brindando realmente buenos servicios a los eventuales visitantes y transformándolo de una casi tapera en lo que es hoy día.
Así las cosas, me vuelvo a Montevideo rumiando pensamientos respecto al destino de este gran Hotel; no se si los actuales administradores seguirán al frente del mismo o si serán otros quienes pasarán a ejercer la responsabilidad de su destino, pero sea cual sea la última palabra, para aquellos quienes amamos Piriápolis, sólo nos viene a la mente la premisa de don Francisco: -Enamórate de lo que haces.
Me da mucha tristeza este comentario, aunque no argumento lo contrario porque no lo sé.Pero en diciembre del año pasado yo cumplí un sueño: alojarme, claro que por el BPS y lo estoy pagando .a pesar de que vi falencias, varias, me deslumbró la riqueza histórica de sus paredes, sus muebles, rincones, galerías de fotos que hacen su historia, adornos antiquismos,ventanas con vitrales,luces,… Un Sr. mayor mostrando el lugar a una joven pareja de turistas, me pareció muy bien como “vendia ” el hotel. Pero claro necesita mantenimiento, y mucho, pero es una reliquia histórica que lo merece.
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