La encrucijada de la vida

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José Luis Rondán
José Luis Rondán
Que encrucijada es la vida, que entramado complejo es este oficio de vivir y redoblar esfuerzos para evitar ser embretado por el sistema que con naturaleza, con gran fluidez hace de hombres y mujeres, gente atada, gente engrillada cuya libertad no va más allá de la cadena que el mismo sistema ha elaborado para cada uno de ellos, para cada uno de nosotros.
Obviamente que por ser parte del sistema social y en una suerte de trueque, damos de nuestra vida, damos de nuestro libre albedrío, de nuestra preciosa porción de libertad para recibir contención, seguridad, vivienda, salud, educación, etc. pero ocurre que casi sin pretenderlo, nos vamos acurrucando en el manto de nieve cálida, lugar donde se diluye voluntad y vitalidad y ya no deseamos ponernos en pie porque ahí no hay frío, porque ahí la voluntad se inhibe y nos muestra un falso abrigo, y seguimos dando de nosotros para recibir dinero, tecnología, confort, y poniendo como motivo primordial el pan, nos volvemos autómatas caminando en círculos, donde cada generación, con algunos matices que más o menos las diferencian, repiten patrones de conducta y cada joven en su época alza la voz para el cambio, para decirse diferente y cuando el tiempo pasa se encuentra un día andando pesadamente en la misma huella que hollaron padres, hermanos, amigos, vecinos…
Trama y urdimbre de una sociedad la conforman personas con una identidad cultural determinada que las hace reconocerse entre sí como iguales, generando la identidad del ser Nacional y por ello es que entre nosotros mismos nos controlamos, nos corregimos, nos premiamos o nos amonestamos, nos incluimos o segregamos y de la bondad o no del grupo dominante que hace a la esencia misma de ese conglomerado es que surgen las sociedades más abiertas o más cerradas, más benévolas o más rígidas; sociedad en las cuales nos gustaría vivir o de las cuales no queremos escuchar ni una palabra.
El ser humano nació para ser libre, eso lo hace ser humano, y de ahí que el contrato social permita la realización personal, el abrigar esperanzas de crecimiento, de vuelo, y expansión intelectual y porque no, también de tener que enfrentar frustraciones, rabias y desesperanzas por la obligación de tener que ceñirse al mandato de las mayorías, de los grupos de presión, de los que ostentan en forma temporal o permanentemente el poder.
La vida en definitiva es una lucha cotidiana por ser, por estar, por funcionar, por insertarse y ocupar una posición que nos de prestigio o dinero, comodidades, nivel, aunque de su mano vayan las responsabilidades, los agobios, el esfuerzo por mantenerse, la pelea redoblada para no caer.
Somos guerreros, tal vez de otra manera, pero con cierto perfil más o menos parecidos a esos guerreros de antaño quienes blandiendo sus mandobles se abrían paso entre las filas enemigas hasta vencer o caer presa de la fatiga o la espada enemiga.
Llega el punto de inflexión, la encrucijada del hombre que se enfrenta a esa edad donde la vida le pide un párate, un stop, un alto para la reflexión, lo que le permitirá mirar y mirarse, auto analizarse, recorrerse por su yo más profundo para poder determinar realmente lo que ha podido atesorar hasta ese día, si realmente valió la pena la lucha, su fatiga y privaciones o si simplemente tiene las manos vacías porque sus viajes han sido vanos, desgastantes e inútiles.
Que importante es detenerse con mayor asiduidad en la vida, revisar el morral con mayor regularidad, observar las estrellas que nos guían para de esa manera no perder el rumbo o por lo menos corregirlo, tratando de tomar buenas decisiones, asestando los golpes correctos, emergiendo cada mañana con la esperanza de que ese será nuestro mejor día y así dejar sentir en nuestro corazón que no hemos vivido en vano.
El hombre como ser gregario, débil y vulnerable en soledad, ha escalado hasta la cúspide de la pirámide, y ello en virtud del sistema organizado en que se desarrolló, pero a mi juicio si bien debemos servirnos de tal sistema cuyas bondades nos dan la fortaleza del grupo organizado, debemos guardar para nosotros una porción importante de individualismo, del egoísta y salvador individualismo que nos permitirá en el silencio de nuestra habitación asomarnos a la estrecha ventana de la imaginación, del vuelo libre del hombre que se permite el sueño, que se imagina a sí mismo como alguien diferente, como parte trascendente de un sistema que si bien le exige, y él corresponderá, así es el contrato, deberá guardarse la parte más importante para sí, allí en un bolsillo secreto donde nadie pueda descubrirlo, donde nadie se atreva a hollar porque sólo a él le es reservado saberlo y después, lejos del ruido, del bullicio, de los ojos curiosos y ávidos de los serviles, deberá escribir sobre su tesoro oculto y deberá mostrárselo a sí mismo cada día para no olvidar que está allí, qué forma tiene, cuánto pesa y cuál es su color y después de observarlo detenidamente, de decirle en silencio cuanto le ama, lo volverá a guardar de los ojos ajenos, del que está ávido por descubrir el secreto del hombre que aun en la multitud estructurada pretende seguir siendo libre, pues ese gran secreto, mis amigos, no es otro que la CONCIENCIA, ya que mientras la mantengamos fuera del alcance de los voraces, de los tramposos, de los leprosos morales, podremos seguir llamándonos peregrinos de la libertad.
José Luis Rondán
Taller de Arte “La Guarida” del artista plástico José L. Rondán
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