
Ante sus ojos un jugador de Arsenal detuvo un balón con una mano dentro del área y Ricci “no lo vio”.
En el remate de Albín de Peñarol, la pelota rebotó en la mano del defensa Damián Pérez, era penal para Peñarol y lo vio todo el estadio, menos el árbitro brasileño.
El portal de Tenfield dijo sobre este árbitro al comentar la incidencia del penal: “penalazo del defensor argentino Matías Pérez que metió su mano izquierda para rechazar el balón tras un cabezazo de Emiliano Albín que llevaba destino de red, cuando promediaba la primera parte. No lo pitó el brasileño Ricci, un árbitro mediocre. Estos dos errores, uno propio de su arquero y el otro del juez, fueron determinantes en la victoria ajustada por mínima diferencia que conquistó Arsenal”.
Era tal el despiste que tenía Ricci que en cierto momento del partido, perdió el lápiz de anotar las incidencias del juego y fue corriendo a pedirle a un asistente que le proporcionara otro.
Con una dualidad de criterios, casi al final del partido frenó un ataque de Peñarol porque el balón le pegó en un brazo e invalidó la jugada favorable al equipo de Uruguay. Eso si lo vio, pero no el penal a los uruguayos que fue mucho más evidente.
La FIFA debería ejercer un control más estricto sobre este tipo de árbitros que por falta de capacidad terminan afeando un espectaculo deportivo.












