
Nadie sabe porque se decidió recién este año a lanzar esta extraña nominación, ni quienes son las personalidades de la revista que intervinieron en la selección del país del año.
En la valoración que da The Economist expresa: “Pero los logros que más merecen encomio, creemos, son las reformas para abrir camino, que no sólo mejoran una sola nación, pero, si se emulara, se podría beneficiar al mundo. El matrimonio homosexual es una de esas políticas de cruce de fronteras, que ha aumentado la suma global de la felicidad humana, sin costo financiero. Varios países han puesto en práctica en el 2013-incluyendo Uruguay, que también, de forma única, aprobó una ley para legalizar y regular la producción, venta y consumo de cannabis. Este es un cambio tan obviamente sensible, exprimiendo a los ladrones y permitiendo que las autoridades se concentren en los delitos más graves, que ningún otro país ha hecho. Si otros siguieran su ejemplo, y otros narcóticos fueran incluidos, los daños que tales drogas causan en el mundo se reducirían drásticamente”, dice la publicación inglesa.
¿Por qué The Economist, con su presunta influencia en el Reino Unido, no lanza una campaña para que David Cameron haga lo mismo respecto a la marihuana?. En temas sensibles como educación y seguridad pública, que no se mencionan en el artículo, se ve que The Economist, no tenía especialistas para juzgar o desconoce la realidad uruguaya.
En el asunto de la marihuana, la publicación inglesa ni siquiera menciona que la mayoría del pueblo uruguayo- más del 61% -está en contra de la regulación y el autocultivo del cannabis. Pero está claro; los colonialistas nunca se preocuparon de oir la voz de los ciudadanos de los territorios que ocuparon, menos les importa la opinión de la gente que está en el medio de un experimento apoyado por George Soros, justamente el hombre que el 16 de septiembre de 1992 derrotó a Inglaterra cuando forzó la devaluación de la divisa británica con la venta de más de 10.000 millones de libras en los mercados. El movimiento de Soros, que con la operación se embolsó 1.000 millones de dólares, fue seguido por otros gestores y la defensa que hizo el Banco de Inglaterra no sirvió para nada. Los británicos llegaron a gastar 50.000 millones de dólares en su intento de frenar el desplome del valor de la libra esterlina, pero las reservas de divisas del organismo tenían un límite y el mercado pudo más. Increíble, pero el asunto de la legalización de la marihuana logra juntar a estos extraños compañeros de cama.
Los señores de The Economist deberían saber que el presidente Mujica dijo en junio de 2012 “Nosotros no pretendemos en este problema donde hay tantas cosas en juego llevarnos a la gente por delante. Si el 60% por lo menos de los uruguayos no lo entiende y no lo respalda, nos vamos a ir al mazo”, pero no hubo referéndum y los sondeos de opinión dieron que más de un 60% de los uruguayos está en contra de liberar la venta de cannabis y el autocultivo.
Sería bueno que The Economist escuchara también las voces de las mayorías y conociera de cerca lo que piensan los uruguayos en el tema de la marihuana y que no quieren ser parte de un experimento de laboratorio “para salvar al mundo”, sin que les consulten.
Uruguay tiene valores que merecen destacarse como para ser el “país de año”, pero por la legalización de la marihuana, no es justo para los ciudadanos.
El senador del Partido Colorado José Amorim, opinó sobre esta nominación: “Quisiera que Uruguay fuera elegido “País del Año” por su apuesta a la Educación de sus jóvenes, su seguridad o las oportunidades que brinda”, enfatizó en su cuenta de Twitter.












