
2012 es la muestra más patente de esto que afirmamos. No se recuerda que un gobierno dispusiera de tan extraordinaria masa de recursos económicos. Sin embargo sus resultados son espantosos. La educación pública con el mayor volumen de presupuesto que se conozca, se derrumba. Es un crimen que lo que antes era la cuna de la igualdad, la Escuela Pública, donde hijos de poderosos y obreros se encontraban y se ejercía el precepto constitucional que establece que lo único que diferencia a las personas son sus talentos y virtudes, sea hoy solo teoría.
Este gobierno construyó la mayor brecha de injusticia e inequidad que se conozca, que sella las diferencias de por vida y que comienza en la educación que se recibe. La educación pública es de baja calidad y mediocre y es para aquellos que no pueden hacer ningún gasto en educación, los más pobres. Educación pobre para pobres en gobiernos que se dicen progresistas. Igual que la salud pública donde la reforma sanitaria es una fantasía que dice que dio cobertura a aquellos que no la tenían, y no es verdad. Pasó mucha gente de los hospitales a las mutualistas, con lo que logró la caída del nivel de atención por saturación de éstas, pero aparte se empeoró la atención en los hospitales. Más gente peor atendida en las mutualistas y menos gente y también peor atendida en los hospitales. Si no que vayan a explicarle a la gente por qué hubo que declarar la emergencia sanitaria dos veces, cosa que no sucedió ni en el 2002 cuando Uruguay quebró. Y todo ello batiendo el récord de que pase en momentos en que ASSE tiene el mayor presupuesto de su historia. Hay que ser muy, pero muy malo en la gestión para tener este triste galardón.
En materia de seguridad se termina 2012 con récord de homicidios y cifra impresionante de rapiñas. En Uruguay nos estamos acostumbrando a tener miedo, a una sociedad que se arma en silencio, que se cuenta anécdotas de robos y violencia sufrida por uno mismo o por familiares. Hablar de robos y violencia es un “clásico” en cada conversación que se entabla en el país progresista.
Y lo peor es que nos transformamos en un país donde los límites son para algunos signos de represión y por lo tanto cualquier cosa es válida y todos terminamos más egoístas creyendo que se puede hacer lo que se quiera aún a costa de otros. En el Uruguay “progresista” hacer las cosas bien o mal es lo mismo, igual que trabajar o ser un vago.
Para cambiar esto en 2014 hay que empezar en 2013, jugándonos todo, para recobrar una sociedad de valores donde se deben reclamar derechos pero también exigir deberes. Para eso y respetando todas las convicciones las nuestras dicen bien fuerte, una vez más, que se necesitan los Blancos, como siempre cuando pasan estas cosas. Feliz 2013 y a trabajar por una victoria que vale la pena.
El País Digital












