La cruzada electoral del chavista Michelo: exigiendo actas electorales en Honduras mientras su ídolo Maduro esconde la suyas

Este supuesto influencer argentino, famoso por su defensa inquebrantable de Nicolás Maduro —la misma defensa que en la provincia de Salta se tradujo en un proyecto para declararlo persona non grata, por su servilismo al chavismo

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Michelo, el defensor de Maduro

Por un Observador Imparcial (con una bolsa de pochoclos).-

El argento Michelo, también conocido en el underground digital como Diego Omar Suárez (aunque preferimos el nombre artístico, suena más a superhéroe de una saga que nunca despegó), es una fuerza de la naturaleza. Un torbellino de convicción socialista que ha encontrado en las redes sociales el púlpito perfecto para evangelizar sobre las virtudes del proyecto bolivariano, con un fervor que haría sonrojar a un community manager de Nicaragua. Aunque se asegura, que su sueño, es trabajar como “tragasables” en algún circo.

Este supuesto influencer argentino, famoso por su defensa inquebrantable de Nicolás Maduro —la misma defensa que en la provincia de Salta se tradujo en un proyecto para declararlo persona non grata, que es como ganarse un premio de consolación del capitalismo—, ha vuelto a ser el centro de la diversión digital.

¡El misterio de las actas perdidas!

La escena transcurre en Honduras, donde la candidata de izquierda, para sorpresa de nadie que haya encendido una luz fuera de la burbuja, está perdiendo de forma tan contundente que parece que le contaron los votos con la calculadora de un kiosco. Y allí está él: Michelo.

El Guardián de la Revolución, el Inquisidor del Neoliberalismo, ha tomado su plataforma para exigir, con la vehemencia de un fiscal general en un reality show, que se muestren las actas electorales.

“¡Las actas! ¡Queremos las actas! ¡La transparencia es la base de la democracia!”, clama Michelo, con el scroll de su dedo tecleador al rojo vivo, luchando contra el fraude percibido en Tegucigalpa, San Pedro Sula y vaya uno a saber qué recóndito rincón hondureño.

Y es aquí donde las redes sociales se han convertido en un coro de risas y memes con un solo estribillo:

El elefante en la sala de votación

El punchline, el chiste que se cuenta solo, no está en Honduras. Está a miles de kilómetros, en la República Bolivariana, donde el líder indiscutido de Michelo, Nicolás Maduro, ha manejado los resultados electorales con una opacidad tan densa que parece neblina eterna.

La ironía es tan pesada que podría desplazar un portacontenedores en el Caribe:

  • Michelo exige transparencia en un país que no es el suyo, por una candidata que probablemente ni sabe quién es, y lo hace con la autoridad moral que le otorga ser el fan #1 de un régimen que maneja sus propios resultados como si fueran la fórmula secreta de la Coca-Cola, solo que con menos burbujas.

  • La gente le recuerda, amablemente, que pregunte a su ídolo bolivariano si, de paso, le puede prestar alguna de las “actas” venezolanas para comparar modelos de democracia. (Spoiler: las actas están probablemente guardadas en una bóveda secreta, junto al oro y los unicornios socialistas).

En resumen, Michelo es la encarnación del aforismo: “Ver la paja en el ojo ajeno, sin notar la viga del tamaño de un petrolero en el propio.”

Así es la vida del influencer ideológico: un día estás luchando contra el FMI y Javier Milei, y al siguiente, estás exigiendo boletas en un país donde tu única conexión es una señal de Wi-Fi un poco inestable. ¡Gracias, Michelo, por recordarnos que la coherencia es solo un concepto burgués!