El PSOE rodeado de casos de corrupción acusa a su socio Junts de Carles Puigdemont de ser parte de la “ultraderecha” aliada al PP y a Vox

En el Congreso español, el partido independentista de Cataluña, Junts, el socio que hizo posible la investidura de Sánchez, se ha convertido en verdugo político. El rechazo de los nacionalistas catalanes a la senda de estabilidad presupuestaria ha infligido al Gobierno su derrota más humillante, bloqueando los Presupuestos y dejando claro que la mayoría parlamentaria es historia

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Sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid - Foto: ICN Diario

Pedro Sánchez llegó al poder prometiendo regeneración democrática y estabilidad. Hoy, su Gobierno es el epicentro del descrédito. Mientras altos dirigentes del PSOE desfilan por los tribunales e ingresan en prisión—José Luis Ábalos, exministro de Fomento y figura clave del sanchismo, afronta hasta 24 años de cárcel por cohecho, malversación y organización criminal en el caso Koldo; Santos Cerdán, exsecretario de Organización del PSOE, también imputado—, la sombra judicial alcanza incluso a la familia del presidente.

La esposa de Sánchez, Begoña Gómez, está imputada por cinco delitos graves: tráfico de influencias, corrupción en los negocios, apropiación indebida, intrusismo profesional y malversación. La investigación apunta a contratos públicos adjudicados a empresarios cercanos tras recibir cartas de recomendación firmadas por Gómez y a la gestión irregular de la Cátedra de Transformación Social Competitiva en la Complutense.

Por si fuera poco, el hermano del presidente, David Sánchez, será juzgado en febrero por prevaricación, tráfico de influencias, malversación y fraude fiscal. Se le acusa de haber obtenido un puesto creado ad hoc en la Diputación de Badajoz, de no tributar en España y de irregularidades en la gestión de fondos públicos.

Pero la crisis no se limita a los juzgados. En el Congreso, el partido independentista de Cataluña, Junts, el socio que hizo posible la investidura de Sánchez, se ha convertido en verdugo político. El rechazo de los nacionalistas catalanes a la senda de estabilidad presupuestaria ha infligido al Gobierno su derrota más humillante, bloqueando los Presupuestos y dejando claro que la mayoría parlamentaria es historia. La respuesta del PSOE, acusando a Junts de ser “derechista” en su propio órgano oficial, El Socialista, no es estrategia: es un grito desesperado de quien ve cómo se desmorona su frágil castillo de alianzas.

En su periódico El Socialista, el PSOE expresa su enfado con Junts: También merece una mención Junts. Los mismos líderes que querían independizarse esgrimiendo el argumento España nos roba”, rechazan ahora más de mil millones del Gobierno central. Algo demuestra la actitud de los nacionalistas catalanes. Hubo un tiempo en este país en que cuando se hablaba de las tres derechas, se hacía referencia a PP, Vox y Ciudadanos. A día de hoy, el partido de Albert Rivera e Inés Arrimadas está siendo sustituido en esa fórmula por el de Carles Puigdemont y Miriam Nogueras. La derecha y ultraderecha madrileña y la derecha catalana. 

Mientras tanto, la oposición se frota las manos. El PP moviliza a decenas de miles en las calles exigiendo elecciones anticipadas, Vox redobla su discurso contra la “casta socialista”, y los socios minoritarios del Gobierno se distancian para no hundirse con el barco. La legislatura está bloqueada, la economía en incertidumbre y la autoridad moral del presidente hecha añicos.

Sánchez prometió estabilidad. Hoy ofrece caos. Prometió limpieza. Hoy gobierna rodeado de imputados. Prometió diálogo. Hoy insulta a sus antiguos aliados. La pregunta no es si podrá aprobar unos Presupuestos: es si podrá terminar la legislatura sin que la corrupción y la traición política lo arrastren al abismo.