El día en que Henrique Capriles se rindió al chavismo

“Capriles: del líder opositor al peón del chavismo”. El ex candidato presidencial que prometía derrotar a Maduro ahora le abre la puerta y legitima su poder. ¿Pragmatismo o traición?

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Serenata por un amor que ha surgido

Por Paco Tilla.-

Henrique Capriles, aquel que alguna vez se presentó como el rostro fresco de la oposición venezolana, hoy es la prueba viviente de que en la política venezolana no hay traiciones pequeñas. El ex candidato presidencial, que en 2013 denunció fraude y llamó a la resistencia democrática, ahora sonríe en la Asamblea Nacional con una credencial otorgada por el mismo régimen que antes acusaba de dictadura. ¿Qué pasó con el líder que prometía cambio? Pasó lo que muchos temían: se acomodó.

Su habilitación para competir en las elecciones legislativas no fue un gesto de apertura democrática, sino una jugada calculada del chavismo para fracturar a la oposición. Y Capriles cayó en la trampa con entusiasmo. No solo aceptó el juego, sino que lo legitimó con gestos que hieren la memoria de quienes lo apoyaron: el apretón de manos con Elvis Amoroso, presidente del CNE y arquitecto de las inhabilitaciones que lo mantuvieron fuera de la política por años. Ese saludo no fue cortesía; fue capitulación.

Pero lo más grave no es la foto, sino el discurso. En una entrevista con The New York Times, Capriles calificó de “ciencia ficción” la idea de que Nicolás Maduro controle al Tren de Aragua, una organización criminal que aterroriza a medio continente. ¿En serio? ¿Ahora el ex opositor se convierte en abogado defensor del régimen frente a acusaciones internacionales? Con esa frase, Capriles no solo contradijo a la oposición, sino que se alineó con la narrativa oficialista que busca limpiar la imagen del gobierno ante el mundo.

¿Pragmatismo? ¿Realismo político? No nos engañemos. Esto no es estrategia, es supervivencia disfrazada de moderación. Capriles sabe que fuera del sistema no tiene futuro, y ha decidido entrar por la puerta que Maduro le abrió, aunque eso implique dinamitar la unidad opositora y convertirse en el ejemplo perfecto de lo que el chavismo llama “oposición leal”.

Hoy, mientras María Corina Machado y otros líderes siguen denunciando la falta de garantías electorales, Capriles se sienta en una Asamblea que es todo menos plural. Y lo hace con un discurso que suena cada vez más a oficialismo: rechazo a la intervención internacional, cuestionamiento a las sanciones y llamados a negociar con Maduro como si fuera un estadista. El mismo Maduro que él acusó de robarle la presidencia en 2013.

Henrique Capriles no se convirtió en chavista de la noche a la mañana. Fue un proceso lento, disfrazado de pragmatismo, que terminó en lo que vemos hoy: un político que cambió principios por relevancia. El día que estrechó la mano de Amoroso, quedó claro que la lucha por la democracia perdió a uno de sus referentes. Y el chavismo ganó un aliado disfrazado de opositor.

Capriles dijo que Nicolás Maduro, no sería nada si no abusa del poder, pero ahora solo le falta reunirse para tomar el té con masitas…

Capriles ya no es oposición. Capriles es parte del problema.