Caracas se prepara para la “guerra épica” con armas vintage y discursos XXL

Nicolás Maduro, convertido en “Generalísimo de la coyuntura”, apareció con un uniforme que parece diseñado para un desfile de carnaval patriótico. Con voz solemne declaró: “Estamos obligados a ser gigantes”, dijo el sátrapa

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Maduro disfrazado de Generalísimo y el entrenamiento de sus comandos - Foto Presidencia

Por Paco Tilla.-

Caracas, edición especial – En una demostración de poderío sin precedentes, el presidente de facto de Venezuela anunció que está listo para enfrentar cualquier amenaza extranjera con una estrategia que combina dos elementos infalibles: discursos kilométricos y armamento que podría figurar en un catálogo de antigüedades.

Diosdado Cabello, con tono apocalíptico, advirtió:
“Quien ose poner un pie sobre Venezuela será aniquilado por nuestro pueblo”.
Fuentes gráficas confirman la magnitud del desafío: filas de abuelas con fusiles que parecen haber combatido en la Guerra del Pacífico, jóvenes que sostienen armas como si fueran instrumentos musicales, y un arsenal que haría llorar de emoción a cualquier coleccionista de historia militar.

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Por su parte, Nicolás Maduro, convertido en “Generalísimo de la coyuntura”, apareció con un uniforme que parece diseñado para un desfile de carnaval patriótico. Con voz solemne declaró: “Estamos obligados a ser gigantes”.

Analistas coinciden en que la frase podría convertirse en el nuevo lema nacional, justo después de “Prohibido fallar”, que ya se rumorea será estampado en las camisetas oficiales del ejército… si consiguen tela.

Un septuagenario nombrado general de brigada de los milicianos

Carlos Eduardo Martínez Mendoza de 71 años, embajador venezolano en Colombia ha sido promovido por Maduro a General de División. 

La estrategia es clara: si el enemigo no se rinde ante la potencia militar, lo hará ante la poesía revolucionaria. Porque en Venezuela, la guerra no se libra con drones ni tecnología, sino con discursos que podrían derribar satélites… de aburrimiento.

Conclusión: La República está lista. No para la batalla, sino para el Guinness World Record al discurso más largo en uniforme prestado.