“Hay un periodismo prescindible, por el que no vale la pena sacrificar un árbol, y hay otro periodismo de tal valor y tan imprescindible que por él vale la pena sacrificar un bosque” -Javier Darío Restrepo.-
El periodismo nació para servir a la sociedad, no para someterse a los intereses del poder. Cuando un periodista abandona la independencia y se convierte en militante, deja de ser un vigilante de la democracia para transformarse en su cómplice. Este es el caso de Julia Mengolini, quien desde hace años actúa como defensora incondicional del kirchnerismo y de Cristina Fernández de Kirchner, condenada en la causa Vialidad. Mengolini no ejerce periodismo: ejerce propaganda.
En entrevistas y en su libro, Mengolini se victimiza: “Yo no soy esa criatura que hacen de mí, una especie de Frankenstein hecha de recortes y de fake news”. Pero omite lo esencial: su falta de imparcialidad y su constante ataque a todo lo que se opone al kirchnerismo y a su corrupción. Esa actitud contradice los principios básicos de la ética periodística.
Javier Darío Restrepo, referente indiscutido en ética, lo dijo con claridad: “El periodismo no es un poder, es un servicio”.
Cuando el periodismo se convierte en poder, como ocurre con el militante, pierde su esencia. Restrepo advertía: “En cuanto el periodismo se ejerce como un poder, pierde su esencia y se convierte en otro más de los poderes que se disputan el control de la sociedad mediante el uso de la fuerza, del dinero o de las argucias de los políticos”.
¿Acaso no es esto lo que vemos cuando periodistas como Mengolini blindan a políticos condenados?
La militancia destruye la credibilidad. Y como señalaba Restrepo: “Medios sin credibilidad se convierten en algo descartable”.
Por eso, el periodismo que se limita a repetir consignas partidarias no solo es prescindible, es dañino. No dignifica la profesión, la degrada. Restrepo lo resumió magistralmente: “El periodismo que dignifica la profesión es aquel que sirve a la parte más noble del ser humano y aporta a la vida de la sociedad, que impulsa cambios y hace mejores a las personas”.
¿Puede alguien sostener que el periodismo militante cumple con esto? Claramente no.
Mengolini debería leer el manual de ética de Restrepo y comprender otra de sus advertencias: “Antes que los medios tengan independencia, los periodistas deben tener independencia”.
Sin independencia, no hay periodismo. Hay propaganda. Y por quienes reducen la profesión a un panfleto, nadie va a sacrificar ni siquiera un árbol y menos por Mengolini.
El desafío es recuperar la ética, la independencia y el compromiso con la verdad. Porque sin periodismo auténtico, la democracia se debilita. Y el periodismo militante, lejos de fortalecerla, la traiciona.
Y para muestra, solo este botón…
Mengolini quedo en ridículo ante periodista uruguayo por la cuarentena. Jajajajajajaja@NegroCensurado pic.twitter.com/q8qPPo3ukx
— INDIGNADO (@indignadoxd) November 22, 2025













