Entre elogios recíprocos: así fue la reunión entre Trump y el alcalde electo de Nueva York Zohran Mamdani del ala izquierdista del Partido Demócrata

El Partido Demócrata se ha convertido en una puerta de entrada para candidatos independientes con discursos de izquierda que, por fuera del sistema, no tendrían ninguna posibilidad. El partido, en su afán de captar votos jóvenes y progresistas, les abre los brazos. Pero esta apertura tiene un costo: la pérdida de identidad

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 Zohran Mamdani, alcalde electo de Nueva York y el presidente Trump - Imagen White House

El presidente de EEUU, Donald Trump, recibió en la Casa Blanca al alcalde electo de Nueva York, Zohran Mamdani, a quien apenas semanas antes había llamado “lunático comunista al 100%” y “completo loco”.

Durante su encuentro, que se hizo público, el mandatario republicano felicitó al demócrata por su reciente triunfo y reconoció que hizo una “campaña increíble” contra “gente muy dura e inteligente”. La charla entre ambos transcurrió con cortesía y se focalizó en puntos en común. Además, Trump respondió lo siguiente cuando le preguntaron si su amenaza de recortar fondos federales a Nueva York se haría realidad: “No creo que eso vaya a suceder”.

Trump también bromeó cuando una periodista preguntó a Mamdani si todavía pensaba que el republicano era un “fascista”. El demócrata apenas dijo unas cuantas frases para responder, pero inmediatamente fue interrumpido por el presidente, quien comentó: “No importa, no pasa nada. Puedes decirlo. No me importa”.

  • Trump cambió radicalmente el tono:
    • Lo llamó “un gran campeón” y dijo que era “alguien diferente”.
    • Afirmó: “Cuanto mejor le vaya, más feliz seré yo” y “Creo que va a sorprender a algunos conservadores”.
    • Incluso declaró que se sentiría “muy cómodo viviendo en Nueva York bajo la administración de Mamdani”.
  • Mamdani respondió con elogios:
    • Reconoció que Trump “ganó muchos votos neoyorquinos por su política de bajar los precios”.
    • Destacó que la reunión “no se centró en los puntos de desacuerdo, sino en el propósito común de servir a los neoyorquinos”.

Zohran Mamdani, de 34 años, se describe como un socialdemócrata y pertenece al ala izquierdista del Partido Demócrata. Asumirá el cargo en enero próximo.

El Partido Demócrata gira aún más a la izquierda

El ala izquierdista del Partido Demócrata: Alexandría Ocasio Cortés, Zohran Mamdani y Bernie Sanders – Foto: B. Sanders

Lo que está ocurriendo es claro: el Partido Demócrata se ha convertido en una puerta de entrada para candidatos independientes con discursos de izquierda que, por fuera del sistema, no tendrían ninguna posibilidad. El partido, en su afán de captar votos jóvenes y progresistas, les abre los brazos. Pero esta apertura tiene un costo: la pérdida de identidad.

Zohran Mamdani como alcalde de Nueva York es un símbolo de esta mutación. Mamdani, musulmán, joven y abiertamente socialista, derrotó al exgobernador Andrew Cuomo y al republicano Curtis Sliwa. Su discurso no es ambiguo: justicia económica, vivienda pública, crítica al capitalismo y defensa de causas internacionales.

Pero Mamdani no está solo. Bernie Sanders, el senador que alguna vez fue un independiente marginal, ahora es una figura central del Partido Demócrata. Se reúne con Evo Morales, critica las sanciones a Venezuela y defiende posturas que lo acercan más a los gobiernos latinoamericanos de izquierda que al corazón institucional de Washington. ¿La ironía? Sanders es millonario, y su cruzada contra los ricos suena más a marketing que a convicción.

Y luego está Alexandria Ocasio-Cortez, la influencer de la izquierda política. AOC no solo ha defendido al régimen de Maduro con una tibieza que roza la complicidad, sino que ha viajado a Brasil, Chile y Colombia para reunirse con Lula, Boric y Petro respectivamente. ¿Su mensaje? “Venimos aquí para aprender de ustedes”. ¿Aprender qué? ¿De economías estancadas, crisis institucionales y populismos reciclados? Su reunión con Alberto Fernández, el expresidente argentino que dejó a su país sumido en la pobreza y la inflación, fue otro momento surrealista: elogios a una gestión que ni los propios argentinos quieren recordar.