
Este jueves comenzó en Argentina el juicio oral más importante de su historia democrática: la causa Cuadernos de las Coimas, que tiene como principal acusada a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, señalada como jefa de una asociación ilícita y beneficiaria final de 38 pagos de sobornos por más de 17 millones de dólares.
El proceso, que se desarrolla de forma virtual, involucra a 87 imputados, entre ellos exfuncionarios de alto rango y empresarios de los sectores más poderosos del país. Pero lo que distingue a este juicio no es solo su magnitud, sino la contundencia de las pruebas: los testimonios de 25 empresarios arrepentidos que admitieron haber pagado coimas para mantener contratos de obra pública durante los gobiernos kirchneristas.
Las confesiones de estos empresarios fueron registradas bajo la figura legal del “imputado colaborador”, con beneficios judiciales a cambio de información veraz.
Uno de los protagonistas más notorios del expediente es Roberto Baratta, exsubsecretario de Coordinación del Ministerio de Planificación. De simple secretario, Baratta se convirtió en un hombre millonario, señalado por múltiples empresarios como el recaudador principal del circuito de sobornos. Su chofer, Oscar Centeno, fue quien registró en sus cuadernos los recorridos, montos y destinatarios de los bolsos con dinero. Según la acusación, Baratta no solo transportaba los fondos, sino que también exigía pagos y los redistribuía hacia los niveles más altos del poder. [infobae.com]
La fiscal Fabiana León presentó un informe demoledor: más de 204 hechos de cohecho pasivo atribuidos a la expresidenta, además de su rol como jefa de la asociación ilícita. La base probatoria incluye registros bancarios, cámaras de seguridad, informes oficiales y peritajes caligráficos que confirman la autenticidad de los cuadernos de Centeno. [misionescuatro.com]
Cristina Kirchner, conectada desde su departamento en San José 1111, donde cumple prisión domiciliaria por otra condena en la Causa Vialidad, intentó minimizar el proceso calificándolo como una “opereta judicial” con “calendario político”. Pero los hechos son tozudos. Las pruebas están, los testimonios existen, y la Justicia ha decidido que no hay reparación económica que pueda reemplazar el juicio oral. Los intentos de varios empresarios por evitar el proceso ofreciendo millones de dólares fueron rechazados por el tribunal y la fiscalía, que sostuvieron que “la corrupción se juzga”.
Conclusión
La Causa Cuadernos no es una disputa ideológica ni una vendetta política. Es el reflejo de un sistema que durante años funcionó como una maquinaria de corrupción institucionalizada. Las pruebas son abrumadoras, los testimonios coinciden, y la lógica del dinero sucio está documentada con precisión quirúrgica en la investigación
Este juicio debe ser un punto de inflexión. Si la Justicia actúa con firmeza y sin concesiones, no solo se juzgará a los responsables, sino que se enviará un mensaje claro: la impunidad tiene fecha de vencimiento. Y ese día, finalmente, ha comenzado.












