Finisterre: Migraciones del alma y la pintura

Café con trazos

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Juan Carlos Barreto con Sergio Álvarez en el Teatro Macció de San José

Por Juan Carlos Barreto.-

En el marco de la pasada 18ª Feria de Promoción de la Lectura y el Libro de San José, quedó inaugurada la muestra “Finisterre” del artista Sergio Álvarez Frugoni, que podrá visitarse durante todo el mes de octubre en la Sala Eduardo Carbajal del Teatro Macció.

La exposición propone un viaje interior y, al mismo tiempo, colectivo, donde pintura y memoria se funden en una misma travesía.

El viaje y sus huellas

La migración no siempre es solo un hecho social o económico. También es un movimiento íntimo, una traslación del ser que busca horizontes nuevos para reinventarse. En ese sentido, Finisterre se vuelve un relato visual que dialoga profundamente con el tema central que inspiró la reciente Feria del Libro: las migraciones.

Sergio Álvarez Frugoni conoce de primera mano el viaje y sus desarraigos. Nació en Tacuarembó, transitó Montevideo, Buenos Aires y Caracas, se sumergió en el Caribe, atravesó Europa, y finalmente encontró en Sauce de Portezuelo, en su casa-taller “La Amarilla”, un lugar para habitar y crear.

Desde allí pinta, rodeado de luz y silencio, construyendo cada obra como quien deja constancia de los lugares por donde pasó. Su biografía es la de un artista migrante que llevó consigo no solo su cuerpo, sino también sus colores, sus trazos y sus memorias. Cada territorio dejó una huella que hoy se condensa en sus lienzos, como un mapa emocional de su propio recorrido.

En los últimos años, Sergio ha extendido su compromiso con el arte hacia Florida, donde imparte talleres y comparte su experiencia con nuevas generaciones de talentos de la zona centro del país. Allí, su enseñanza se vuelve también una forma de continuidad: la transmisión de un modo de mirar y de crear que, más allá de las técnicas, invita a descubrir en el arte una forma de vida.

El arte como frontera abierta

Finisterre, con su evocación del límite y la frontera, traduce ese tránsito vital en imágenes. El artista pinta la sensación de estar siempre en un borde: el borde de una ciudad que se deja atrás, de una lengua que se transforma, de un paisaje que se convierte en otro.

Y en ese borde no hay clausura, sino apertura: el viaje hacia lo desconocido, hacia lo incierto, hacia lo posible.

Sus obras respiran un aire de desplazamiento, de nostalgia y de búsqueda, pero también de reencuentro con aquello que solo el arte puede volver habitable.

Un puente entre el libro y la pintura

Que esta muestra haya quedado inaugurada en el marco de la Feria del Libro de San José no es casual. El libro y la pintura comparten una misma condición migrante: son portadores de historias que se desplazan de un lector a otro, de un espectador a otro, de una generación a la siguiente.

Finisterre se instala entonces como un puente entre la experiencia personal de Álvarez Frugoni y las experiencias colectivas de quienes, de un modo u otro, hemos migrado —sea en cuerpo o en memoria—.

En tiempos donde la migración vuelve a ser eje de debate y de vida cotidiana, la obra de Álvarez Frugoni nos recuerda que todo viaje deja marcas, que todo desplazamiento transforma, y que siempre hay un mar —real o simbólico— que nos invita a cruzar.

En esta segunda entrega de Café con trazos, el viaje no es solo geográfico: es también emocional y artístico. Finisterre nos recuerda que, más allá de las fronteras visibles, cada uno lleva su propio mapa de distancias, pérdidas y regresos.

Sergio Álvarez Frugoni pinta desde “La Amarilla”, en Sauce de Portezuelo, con la serenidad de quien ha encontrado un puerto y, al mismo tiempo, sigue navegando.

Su pintura es memoria y horizonte: una forma de decir que el viaje continúa.

La muestra podrá visitarse durante todo octubre en la Sala Eduardo Carbajal del Teatro Macció, en San José de Mayo.

Una oportunidad para acercarse, mirar y dejar que la pintura nos devuelva algo de ese viaje interior que todos, de una forma u otra, transitamos.

Buena jornada. Buen café.