Héctor J. Zarzosa González *–
El 29 de junio de 2023, la Unión Europea promulgó una ley que pasaría casi desapercibida fuera de círculos especializados, pero que hoy, dos años después, desata terremotos geopolíticos desde la Amazonía hasta las oficinas de Bruselas. El Reglamento Europeo sobre Deforestación (EUDR), formalmente conocido como Reglamento (UE) 2023/1115, no es otra norma burocrática. Es un experimento radical que vínica el acceso al mercado europeo —el tercero más grande del mundo— con la supervivencia de los bosques primarios del planeta. Su premisa es simple pero revolucionaria: Ningún grano de café, ninguna tabla de madera, ningún filete bovino que haya contribuido a arrasar bosques después de diciembre de 2020 podrá venderse en Europa.
El Pulso de una Fecha Límite
Originalmente programada para diciembre de 2024, la aplicación del EUDR enfrentó un terremoto político. Brasil, Indonesia y Malasia —gigantes agroexportadores— argumentaron que la trazabilidad exigida era “logísticamente inviable” en tan corto plazo. El lobby agrícola europeo se sumó al coro. En julio de 2025, la Comisión Europea cedió parcialmente: pospuso la implementación hasta diciembre de 2025 para grandes empresas, y junio de 2026 para pymes. Pero el mensaje fue claro: “No habrá más prórrogas”, declaró el Comisario de Medio Ambiente.
¿Por qué tanta resistencia?
El núcleo del EUDR es un sistema de diligencia debida obligatoria que obliga a empresas a:
1. Geolocalizar con coordenadas GPS el origen exacto de materias primas (soja, ganado, madera, cacao, café, caucho, aceite de palma) .
2. Demostrar mediante imágenes satelitales que esas parcelas no fueron bosque después del 31 de diciembre de 2020 .
3. Verificar el cumplimiento legal no solo ambiental, sino laboral y de derechos indígenas en el país productor .
Para las empresas, esto implica rastrear cadenas de suministro a veces con cientos de eslabones. Un solo lote de chocolate puede contener cacao de Ghana, azúcar de Brasil y manteca de Indonesia. Si uno de esos componentes falla, todo el cargamento será incautado en fronteras europeas .
La Clasificación que Divide al Mundo
En mayo de 2025, Bruselas publicó una lista que sacudió mercados: la clasificación de países por riesgo deforestador. Solo cuatro recibieron la temible etiqueta de “alto riesgo”: Bielorrusia, Corea del Norte, Myanmar y Rusia. Sus productos madereros quedaron prohibidos de facto en la UE. Brasil, pese a reducir la deforestación amazónica un 30.6% entre 2023-2024, quedó en “riesgo estándar” —la categoría más exigente— junto a Camerún y República Democrática del Congo.
La decisión desnudó tensiones geopolíticas
Mientras el ministro brasileño de Agricultura tildó la lista de “arbitraria”, el presidente del IBAMA, Rodrigo Agostinho, declaró: “La EUDR es una oportunidad para modernizar nuestro agronegocio con trazabilidad y ética”. Tras bambalinas, el gobierno de Lula libra una batalla interna: los ruralistas, que controlan el 60% del Congreso, presionan para suavizar leyes ambientales; los ambientalistas ven en Europa un aliado tácito para blindar la Amazonía.
Sudamérica: Entre el Riesgo y la Oportunidad
Al mismo tiempo que en Brasil se debate, una alianza inédita surge en Sudamérica. Argentina, Colombia, Paraguay y Perú lanzaron en mayo de 2025 la iniciativa Cumplimiento de la EUDR con Impacto Paisajístico, financiada por Alemania y coordinada por la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). Su meta: convertir el requisito europeo en palanca para un agronegocio climáticamente resiliente.
En el Chaco paraguayo —frontera de deforestación para ganadería—, la ONG Guyra Paraguay ya prueba drones para georreferenciar estancias. “No se trata solo de cumplir —explica Edder Ortiz, experto local—. Un sello ‘libre de deforestación’ añadirá valor en mercados premium”. Colombia, por su parte, enfoca el cacao: “Pequeños productores que sustituyeron coca por cacao ahora podrán acceder a Europa si demostramos cero deforestación”, señala un informe de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible.
El Dilema de las Empresas: Tecnología o Exclusión
Para multinacionales como Nestlé o Unilever —compradoras masivas de palma y cacao—, el EUDR es un dolor de cabeza logístico. Deben mapear miles de pequeños productores, muchos sin GPS ni papeles de propiedad. La solución está en tecnología blockchain y satelital. Plataformas como TRACES-NT, el sistema centralizado de la UE para declaraciones de diligencia debida, ya operan en modo prueba.
Las sanciones son draconianas: multas de hasta 4% de la facturación global anual, confiscación de productos y exclusión del mercado europeo . Autoridades nacionales harán controles aleatorios: 9% de operadores de países de alto riesgo, 3% de riesgo estándar.
Más Allá de los Bosques: El Impacto Sistémico
El EUDR no opera en vacío. Es la punta de lanza de un nuevo constitucionalismo ecológico global que ata comercio a sustentabilidad. En 2025, se negocia en paralelo el Tratado Global sobre Plásticos y se prepara la Conferencia de Océanos de Niza. La UE ya avanza con reglas de economía circular para textiles y electrónicos .
Juristas como los de GAIL Network subrayan algo crucial: el reglamento exige respetar derechos indígenas, incluido el Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI).
La Cuenta Regresiva Final
A 120 días de la aplicación plena, persisten incógnitas. ¿Podrá Brasil acelerar su sistema de trazabilidad bovina? ¿Evitará Indonesia el boicot a aceite de palma? Mientras, la Comisión Europea entrena autoridades en su “Plataforma de Formación EUDR” , y en Sudamérica, proyectos como el de UICN buscan escalar soluciones antes de 2026 .
Una cosa es cierta: el EUDR ha forzado una revolución en la gobernanza forestal. Como resume Vincent Gitz de CIFOR-ICRAF: “Esto no es solo una barrera comercial: es un puente hacia mercados que valoran los bosques en pie” . El 30 de diciembre de 2025, cuando la norma entre en vigor, comenzará un experimento sin precedentes: hacer del consumo masivo un aliado, no un enemigo, de la vida en la Tierra.
La deforestación no es un daño colateral del progreso, sino un fracaso del mercado.
*Perfil del autor
Héctor J. Zarzosa González es Ingeniero Superior de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y cuenta con diversas maestrías, entre ellas un doble MBA y otra en Project Management Internacional.
Es Corresponsal de ICN Diario en Europa.
Es Director de Silicon Valley Global Services
Es Diplomado en Docencia Universitaria, autor de importantes publicaciones, y ejerce además como director de diferentes planes formativos, siendo docente en diversas universidades como la UPM, la Universidad de Alcalá o la Universidad San Francisco de Quito.










