El Papa León XIV reafirmó que la familia está “fundada sobre la unión estable entre el hombre y la mujer”

“Es tarea de quien tiene responsabilidad de gobierno aplicarse para construir sociedades civiles armónicas y pacíficas”, expresó León XIV e indicó que esto “puede realizarse sobre todo invirtiendo en la familia, fundada sobre la unión estable entre el hombre y la mujer”

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León XIV recibió este viernes al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede

El Papa León XIV recibió este viernes al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede y animó a los embajadores a trabajar juntos para construir un mundo en el que cada uno “pueda realizar la propia humanidad en la verdad, en la justicia y en la paz”, destacó.

Paz, justicia y verdad: Son los tres “pilares” de la acción misionera de la Iglesia y de la labor de la diplomacia de la Santa Sede que el Papa León XIV indicó en su discurso al Cuerpo Diplomático acreditado en el Vaticano.

El Santo Padre recordó a continuación que la diplomacia pontificia “está animada por una urgencia pastoral que la impulsa no a buscar privilegios sino a intensificar su misión evangélica al servicio de la humanidad”.

“Su presencia hoy es para mí un don, que permite renovar la aspiración de la Iglesia – y mía personal – de alcanzar y abrazar a cada pueblo y a cada persona de esta tierra, deseosa y necesitada de verdad, de justicia y de paz”, añadió el Papa, recordando su propia experiencia de vida, desplegada entre América del Norte, América del Sur y Europa, que “pone de manifiesto esta aspiración de traspasar los confines para encontrarse con personas y culturas diferentes”.

León XIV se detuvo entonces sobre el pilastro de la “paz” y observó que muchas veces es considerada una palabra “negativa”, o sea, “como mera ausencia de guerra o de conflicto, porque la contraposición es parte de la naturaleza humana y nos acompaña siempre, impulsándonos en demasiadas ocasiones a vivir en un constante ‘estado de conflicto’; en casa, en el trabajo, en la sociedad”.

La paz entonces pareciera una simple tregua, una pausa de descanso entre una discordia y otra, porque, aunque uno se esfuerce, las tensiones están siempre presentes, un poco como las brasas que arden bajo las cenizas, prontas a reavivarse en cualquier momento.

“En la perspectiva cristiana – como también en la de otras experiencias religiosas – la paz es ante todo un don, el primer don de Cristo: ‘Les doy mi paz’. Pero es un don activo, apasionante -recalcó- que nos afecta y compromete a cada uno de nosotros, independientemente de la procedencia cultural y de la pertenencia religiosa, y que exige en primer lugar un trabajo sobre uno mismo”.

La paz se construye en el corazón y a partir del corazón, arrancando el orgullo y las reivindicaciones, y midiendo el lenguaje, porque también se puede herir y matar con las palabras, no sólo con las armas.

Tutelar la dignidad de cada persona

“Es tarea de quien tiene responsabilidad de gobierno aplicarse para construir sociedades civiles armónicas y pacíficas”, continuó León XIV e indicó que esto “puede realizarse sobre todo invirtiendo en la familia, fundada sobre la unión estable entre el hombre y la mujer”. Además “nadie puede eximirse de favorecer contextos en los que se tutele la dignidad de cada persona, especialmente de aquellas más frágiles e indefensas, desde el niño por nacer hasta el anciano, desde el enfermo al desocupado, sean estos ciudadanos o inmigrantes”, señaló.

Volviendo a su propia historia personal, “la de un ciudadano, descendiente de inmigrantes, que a su vez ha emigrado”, añadió:

Cada uno de nosotros, en el curso de la vida, se puede encontrar sano o enfermo, ocupado o desocupado, en su patria o en tierra extranjera. Su dignidad, sin embargo, es siempre la misma, la de una creatura querida y amada por Dios.