Colombia: la revolución energética que emerge entre los Andes y el Caribe

Consciente de su vulnerabilidad climática, Colombia ha acelerado en los últimos cinco años la diversificación de su matriz. Si en 2018 apenas contaba con 50 MW de energía solar instalada, hoy supera los 1.200 MW, con proyectos emblemáticos como El Paso (86 MW) en el árido Cesar y La Sierpe (61 MW) en Sucre

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Río Orinoco - Fuente: http://www.venciclopedia.org

Por Héctor J. Zarzosa González *

Mientras el mundo debate cómo abandonar los combustibles fósiles, Colombia, un país de 52 millones de habitantes, está escribiendo su propio manual de transición energética. Con una matriz eléctrica que ya supera el 80% de generación renovable (frente al 29% global), la nación cafetera ha logrado lo que muchos consideraban imposible: reducir su dependencia del petróleo y el carbón sin sacrificar crecimiento económico.

Pero este no es un camino libre de obstáculos. El sector transporte, responsable del 40% de las emisiones de CO₂ del país, sigue atado a los derivados del petróleo, y la expansión de las energías limpias avanza en medio de tensiones sociales y desafíos geográficos.

Todo comienza en los ríos. Colombia, bendecida por una red fluvial que serpentea desde los picos andinos hasta las llanuras del Orinoco y la Amazonía, ha construido su revolución energética sobre la fuerza del agua. Las centrales hidroeléctricas representan el 70% de la capacidad instalada del país, con gigantes como Hidroituango (2.4 GW) y El Quimbo (400 MW) liderando la carga.

Los números son contundentes: en 2023, las hidroeléctricas generaron 45.000 GWh, suficiente para abastecer a 30 millones de colombianos durante un año. Pero este modelo tiene un punto débil: El Niño. En épocas de sequía, como la vivida en 2015-2016, la generación puede desplomarse hasta un 30%, obligando al país a encender plantas térmicas a diésel y gas, más costosas y contaminantes.

Consciente de su vulnerabilidad climática, Colombia ha acelerado en los últimos cinco años la diversificación de su matriz. Si en 2018 apenas contaba con 50 MW de energía solar instalada, hoy supera los 1.200 MW, con proyectos emblemáticos como El Paso (86 MW) en el árido Cesar y La Sierpe (61 MW) en Sucre.

Pero el verdadero salto está en el viento. En La Guajira, donde los vientos alisios soplan a más de 9 metros por segundo, se construye el mayor parque eólico del país: Alpha (212 MW), el primero de 16 proyectos que, para 2030, sumarán 2.500 MW de capacidad eólica.

Según el Ministerio de Minas y Energía, esta expansión evitará la emisión de 4.5 millones de toneladas de CO₂ anuales, equivalente a retirar 1 millón de automóviles de las calles.

Sin embargo, no todo es optimismo. Mientras la electricidad se vuelve más limpia, el transporte sigue dominado por los combustibles fósiles: el 95% de los vehículos en Colombia funcionan con gasolina o diésel. Aunque el gobierno promueve la movilidad eléctrica (6.000 vehículos eléctricos registrados en 2023, un aumento del 200% respecto a 2020), la falta de infraestructura de carga y los altos precios frenan la adopción masiva.

Otro dolor de cabeza es la desigualdad energética. Mientras Bogotá y Medellín disfrutan de una red estable, departamentos como Chocó y Vaupés sufren apagones crónicos, con solo el 60% de cobertura eléctrica. El plan “Energía para la Gente”, que promete llevar luz a 100.000 hogares rurales para 2026, avanza, pero enfrenta retos logísticos en zonas selváticas y de conflicto.

Colombia tiene potencial para convertirse en un líder regional en energías limpias. Su mix de hidroeléctricas, solares y eólicas podría alcanzar el 90% de generación renovable para 2030, según la UPME. Además, el hidrógeno verde emerge como nueva apuesta, con 3 pilotos en desarrollo en la costa Caribe.

Pero el éxito dependerá de superar viejos fantasmas: la dependencia de los combustibles fósiles (que aún aportan el 50% de los ingresos por exportaciones), la resistencia de comunidades indígenas a megaproyectos y la necesidad de inversión extranjera en infraestructura.

*Perfil del autor

Héctor J. Zarzosa González es Ingeniero Superior de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y cuenta con diversas maestrías, entre ellas un doble MBA y otra en Project Management Internacional.
Es Director Técnico del Grupo Corporación Marítima Lobeto Lobo.
Es Diplomado en Docencia Universitaria, autor de importantes publicaciones, y ejerce además como director de diferentes planes formativos, siendo docente en diversas universidades como la UPM, la Universidad de Alcalá o la Universidad San Francisco de Quito.