El fundamentalismo catalán y vasco no quiere garantizar la enseñanza en castellano

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La consejera catalana de Educación en funciones, Irene Rigau, ha abandonado la reunión sectorial que presidida el ministro José Ignacio Wert tras considerar “inadmisible” sus implicaciones para la enseñanza en catalán.
Rigau, habló en castellano para dirigirse a los medios de prensa y continúa sin dar razones que justifiquen la imposición de la Generalitat del idioma catalán como primera lengua.
El gobierno de Cataluña, en su fundamentalismo, sigue sin darse que no se puede desconocer el derecho a una enseñanza bilingüe que no priorice ni imponga en forma dictatorial el uso de la lengua catalana sobre el castellano.
Al mejor estilo estalinista, el gobierno de Artur Mas apela a incongruencias para avasallar el derecho de quienes quieren educar a sus hijos utilizando el castellano.
Preguntada por el diario El País de España: ¿Y si el Gobierno dicta, por ejemplo, que el 60% de las clases tienen que ser en castellano?
Rigau dio una respuesta donde refleja la intolerancia de un modelo totalitario: “Lo pueden hacer, pero nosotros lo recurriremos y no lo aplicaremos”.
La viceconsejera vasca de Educación, Marian Ozcariz, ha dicho que la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (Lomce) que se pretende aprobar, “rompe el consenso constitucional” que se tenía en España sobre el uso de las lenguas propias en la enseñanza y que correspondía al marco de las autonomías.
Estás imposiciones no contemplan la realidad que se vive en el mundo y que los jóvenes, deberán salir de las aulas con bases sólidas de un idioma que les permita insertarse en las distintas sociedades internacionales.
Es egoísta pensar que se queden siempre dentro de sus comunidades hablando el idioma local. Es demencial que piensen que fuera de España, logren comunicarse en catalán o en vasco. En Latinoamérica, por ejemplo eso sería impracticable.
Sería necesario que piensen un poco con sentido de funcionalidad y no de intolerancia.
R.C.
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