Por Paco Tilla (experto en nada).-
Hoy, muchos del público que sigue el reality Gran Hermano de Argentina, parecen olvidar que Nacho fue parte del grupo de los Monitos, que por sus acciones de complots, la gente los fue eliminando uno por uno.
Nacho a pesar de ser el “ché pibe” de los mandados de Juan el tachero y de los otros Monitos, y de servir fielmente a la causa, quedó en el reality y sin merecerlo, algunos creen que puede ganar el juego.
Nacho no ha hecho nada que pueda hacerlo merecedor de ganar el reality. Esa es la verdad. Su mal humor, visible cuando algo no es como él quiere, no lo ayuda pero igual sigue.
La relación con Lucila, tampoco lo ayuda a destacar. La joven no tiene carisma y el trato que le da a su madre, es visible. Romina y Camila le demuestran más afecto a la mamá de la “Tora” que la hija misma.
La llegada de visita de Rodolfo, el padre de Nacho, es un paso de comedia de antaño. Una sobreactuación del progenitor con falso acento español, no consigue convencer y solo deja en evidencia que pretenden mostrar un cuadro de familia que parece preparado con la intención de conmover al público. No olvidemos que el papa del participante se presenta como actor y peluquero y le aconseja a su hijo que aplique la “fulminante”.
Entonces, las cosas en su sitio.










