Distintas caras de un mismo dado: la detención de Guzmán López

Tec. Facundo Ordeig

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Foto archivo: Guardia Nacional

Tras seis meses de un intenso trabajo de inteligencia, rastreo y seguimiento, el Ejército Nacional Mexicano en conjunto con la Guardia Nacional consiguió detener a Ovidio Guzmán López, líder de la facción Los Menores del Cártel de Sinaloa quien en éstos momentos se encuentra a disposición del Ministerio Público pese a que los escoltas del narcotraficante intentaron derribar el helicóptero de la Secretaría de la Defensa Nacional donde lo iban a trasladar, obligándolo a aterrizar de emergencia y dejando un saldo de diez militares abatidos en el enfrentamiento, pero esto, era sólo el comienzo.

En represalia a su detención, los integrantes de uno de los cárteles más peligrosos de la región realizaron al menos diecinueve bloqueos de rutas que eran acompañados por el incendio de coches y camiones, por tiroteos en distintas zonas de la ciudad donde de un momento a otro aparecía un convoy de camionetas con sicarios pero no conformes con ello, aprovecharon también para rápidas ráfagas de disparos contra el Aeropuerto de Culiacán y la Base Aérea N°10 pero ésta no es la primera – ni la última vez – que sucede porque en 2019 cuando se detuvo por primera vez a Guzmán López y tras implementar las mismas acciones terroristas e incluso peores, consiguieron que el Presidente Andrés Manuel López Obrador diese la orden de liberarlo. Y aunque en esta ocasión pareciese que el Estado mexicano no cederá a la presión ejercida por el crimen organizado, si han puesto en suspensión la orden de extradición que Estados Unidos había solicitado años atrás para que sea primero juzgado en México, lo que creará un nuevo riesgo tanto a la protección de los ciudadanos como a la seguridad en sí misma porque nos podremos encontrar con intentos de liberación, motines e incluso con un posible escape, al igual que sucedió con su padre El Chapo años atrás quien pese ahora estar cumpliendo sentencia en la cárcel de máxima seguridad de Florence, Colorado, sigue siendo el líder de la organización y quien de acuerdo al testimonio judicial del narcotraficante Alex Cifuentes Villa (2022) pagase millonarios sobornos tanto a Enrique Peña Nieto como al Presidente López Obrador, lo que si bien no ha podido confirmarse,  da a lugar a dudas pues una de las razones por las que no pudo sostenerse esta versión fue que : “el soborno en cuestión se había asociado a un individuo de la fallida campaña presidencial hace más de una década”

Casualmente, Guzmán López se encuentra recluido a la espera de juicio en la misma cárcel mexicana de donde se escapó su padre, lo que significa una ventaja táctica para el Cártel debido al previo conocimiento de la zona, de la infraestructura, de los horarios, la seguridad e incluso de las personas que pueden colaborar desde dentro siendo un riesgo que no se debería estar corriendo ante la capacidad bélica, vinculativa y económica con la que cuentan, llamando la atención por ser una decisión – como mínimo- irresponsable.

Distintas caras de un mismo dado  

La corrupción en el sistema político, en el sistema judicial y en las fuerzas de seguridad pública son desafíos a los que nos enfrentamos al momento de lidiar con el narcotráfico, con el tráfico de armas, la trata de personas, la explotación sexual de menores e incluso la financiación del terrorismo nacional e internacional, que si bien suelen pensarse como distintos “negocios”, no son más que las distintas caras de un mismo dado que al rodar sobre la mesa de nuestro país, nos permitirá encontrarnos con una rapiña para comprar una dosis más, con un joven que desvalija a sus propios padres para saldar una deuda, con un policía que es asesinado para quitarle su arma de reglamento, con una adolescente que desaparece sin dejar rastro alguno o con la aparición de un cuerpo mutilado en un descampado, entre muchos otros ejemplos que debería mencionar, como bien podría ser la falsificación de pasaportes. Y para superar este desafío no sólo se necesita aplicar mejores controles a quienes legislan, gobiernan, juzgan o persiguen a los criminales para así disminuir los espacios grises dentro de los que se mueven, sino que al igual que con dije en referencia al asesinato de Mahsa Amani, como sociedad debemos de quitar nuestro respaldo a aquellos que los protegen porque más allá de las cuestiones ideológicas con las que uno pueda estar de acuerdo, si nosotros no encubriríamos un asesinato, un secuestro o una violación, luego no podemos votar por aquellos que si lo hacen, sea directa o indirectamente.

Esto no sólo es una cuestión ética sino práctica, porque como el máximo contralor del Estado, además de los máximos perjudicados por la violencia, estaremos previniendo la continuación de un círculo vicioso del que si bien somos conscientes, nos sorprendemos al enterarnos que el Cártel de Sinaloa se encuentra aliado financiera y tácticamente con el Primer Comando Capital, con la Ndrangheta, con Hezbolá, con las dictaduras de nuestro continente y con la represión tanto de mujeres como de distintas minorías en Medio Oriente.

Immanuel Kant creía que debíamos obrar como desearíamos que el resto lo hiciese, por lo que sí nosotros no lo hacemos ¿quién más lo hará?