La inacción de la seguridad de Cristina Kirchner arroja dudas sobre la veracidad del ataque

Equipo de Investigación periodística de ICN Diario.-

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Cristina Kirchner ahora piensa en los jubilados - Foto Prensa CFK

La actitud pasiva de los guardaespaldas de la vicepresidenta Cristina Kirchner en el momento del supuesto atentado contra su vida, deja muchas dudas a los analistas.

En cualquier intento de agresión a un mandatario, se activa el manual de protección y la persona custodiada deja de tener el mando y se somete al aperativo a cargo de los custodias.  Lo primero que hacen los guardaespaldas es blindar en forma rápida a la persona atacada y proceder a retirarla del lugar. Eso es lo que el protocolo de seguridad exige para la salvaguarda de la vida de una figura pública. Pero en el caso del “atentado” fallido a la vicepresidenta argentina nada de esto ocurrió. No la rodean ni la cubren con sus cuerpos, conversan con ella como si nada hubiera ocurrido y asombrosamente le permiten que siga caminando entre la multitud, saludando y firmando autógrafos como muestran las imágenes de la televisión.

Es ese crucial instante, no saben si entre el público que los rodea, no hay un segundo o un tercer agresor, preparados para actuar por si falla el primero, salvo que fuera -lo que en la jerga de inteligencia y del espionaje- se define como un “ataque de falsa bandera”. Un autoatentado preparado con fines específicos.

Un operativo de falsa bandera es una acción encubierta llevada a cabo por gobiernos, corporaciones u otras organizaciones, diseñada para aparecer como si fueran llevadas a cabo por entidades opositoras o enemigos.

Las dudas

Cotejando las imágenes de los videos desde distintos ángulos, se aprecia claramente que ni siquiera hay sorpresa en el rostro de Cristina Kirchner luego de que el “agresor” le pone, por dos veces el arma casi en la frente y supuestamente gatilla, pero la bala no sale porque presuntamente no había sido recargado el proyectil en la recámara. En ese instante los custodias no aplican el manual de seguridad que correspondería. La “agredida” se agacha oportunamente  a recoger un libro que se cayó al piso y uno de los guardaespaldas solo atina a mirarla, desatendiendo lo que ocurre alrededor. Son los militantes kirchneristas quienes se encargan de “detener” al supuesto agresor en las inmediaciones del lugar. ¿Dónde estaba el numeroso grupo de guardaespaldas anunciado pocos días antes por el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández?

Pero lo insólito es que no hubo respuesta inmediata, no la retiran del lugar como indica el protocolo y la vicemandataria sigue con total tranquilidad su camino con el libro en la mano y durante seis minutos continúa entre la gente firmando autógrafos. Muy difícil de entender.

Inconsistencias de las declaraciones de la vicepresidenta

En su declaración ante la jueza María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo, relatando los hechos, Cristina Kirchner dice “que no se dio cuenta de que un hombre le apuntó con un arma y le gatilló a centímetros de su cara”, aunque las imágenes de la televisión muestran que llega a mirarlo, pero lo niega y lo que resulta increíble es lo que agrega cuando testifica que se enteró de lo que había ocurrido una vez que estaba dentro de su apartamento. Si fue así es grave, muy grave que la dejaran continuar caminando sin “decirle” que habían intentado asesinarla.

El ataque surge en un momento sumamente difícil para su futuro político. Un fiscal de la Nación ha pedido 12 años de condena para Cristina Kirchner por corrupción y la imposibilidad de por vida para ejercer cargos públicos 

 Luego del “atentado”

Los custodias la dejan seguir e incluso Kirchner se sube a un peldaño del automóvil y queda en la altura más expuesta a un posible segundo ataque y sigue saludando. ¿Y los guardaespaldas?… Todos muy bien, gracias por preguntar.

Una extraña orden judicial

También es muy sugestivo el escándalo montado por el gobierno nacional, donde el presidente Alberto Fernández y la propia Cristina Kirchner con furia, le exigieron al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en manos del opositor Rodríguez Larreta, que retirara las vallas de seguridad que impedían la llegada de manifestantes kirchneristas al edificio donde vive, porque según ellos no era necesaria la seguridad

Los adherentes a la vicemandataria, vandalizaron las vallas y volvieron a tomar las calles, pero también un cuestionado juez, Roberto Gallardo, ordenó a la Policía de la Ciudad que se retirara de la custodia de la calle donde vive Kirchner y que la seguridad quedara a cargo de la Policía Federal que responde al gobierno kirchnerista. Se liberó todo.

Pocas horas después se produjo el supuesto atentado.

Los internautas argentinos expusieron claramente en las redes sociales, algo que ya es imposible de ocultar: