
Por: HÉCTOR AMUEDO (hectoramuedo@gmail.com)
“El tiempo que pasa es la verdad que huye…” (Edmond Locard, criminalista francés)
¿Existe el crimen perfecto? Si existe…¡fue cometido por un uruguayo!
NUEVA YORK, MARZO DE 1998…
Cuando aquel automóvil negro de vidrios polarizados estacionó en una calle lateral y tranquila del exclusivo barrio NoHo, de Nueva York, y bajaron sus cuatro ocupantes, a ningún vecino le cupo duda alguna de quienes eran. Sus cabellos cortos, sus trajes oscuros, sus lentes de sol y el aspecto pulcro y atildado dejaban claro a cualquiera que aquellos hombres eran miembros del FBI. Desde las ventanas y los balcones de los edificios de la acera de enfrente, la curiosa mirada de sus ocupantes los seguía atentamente mientras se dirigían a los escalones de entrada de una pequeña construcción de apartamentos en el número 10 de Bleecker Steet. Una vez en el edificio y luego de exhibir sus credenciales y la orden de allanamiento, al no disponerse de las llaves del sitio, los investigadores debieron ingresar al 2 F, el apartamento que les interesaba, a través de la ventana de un vecino. El oficial a cargo del operativo, agente especial John Farrell, con la música de fondo del equipo de sonido que el ausente propietario del lugar había dejado encendido, se trasladó lentamente de una habitación a otra mientras inspeccionaba todo con suma atención. Aparentemente, todo estaba en perfecto orden. Sobre la mesa de la cocina había un plato con tostadas untadas con mermelada y una taza de café que, al tocarla, el oficial comprobó que aún estaba tibia. El dueño de casa, al que buscaban por el voluminoso robo de unos 62 millones y medio de dólares, había desaparecido apresuradamente, pero no podía estar muy lejos.
UN URUGUAYO TALENTOSO CON AMBICIONES DE PROGRESO
Ricardo Carrasco ingresó a la filial Montevideo del BankBoston en 1977. Once años después, con 32 años de edad, solicitó su traslado a la oficina bancaria de Nueva York, un poco porque con su demostrado talento para los negocios el medio uruguayo le quedaba chico y otro poco porque, siendo abiertamente gay, el ambiente más conservador del Montevideo de hace treinta y cinco años le resultaba opresivo. Además, como consignó en su momento Darío Datri, el enviado especial en Nueva York del diario bonaerense Clarín, “Carrasco quedó muy shockeado por la muerte de un íntimo amigo suyo, hijo del presidente de una compañía maderera, a causa del Sida”. Una vez instalado en la ciudad de los rascacielos, el inteligente financista oriental no encontró competencia y emprendió una meteórica carrera que lo llevó rápidamente a los cargos de Vice Presidente y Senior Vice President, transformándose en el máximo ejecutivo de la oficina neoyorkina de banca privada del BankBoston International. Y, aunque nadie pareció darse cuenta de ello, su estilo de vida comenzó a cambiar, situándose su nivel de gastos muy por encima de sus ingresos de unos 300.000 dólares anuales: en 1990 se compró un automóvil Jaguar XJS al que en 1996 sumó un Toyota Landcruiser. Adquirió una lujosa propiedad en East Hampton, NY, y alquiló su apartamento de Bleecker Street por más de 4.000 dólares mensuales. Pero Carrasco era demasiado apreciado y respetado para que algo de esto despertara sospechas en sus superiores.
DOS RIOPLATENSES HABLAN DE NEGOCIOS…Y MÁS DE 60 MILLONES DESAPARECEN
En el mes de septiembre de 1994, un ex cantor de tangos argentino apodado “Cuky” o “El Conde de Montenuovo”, Oldemar Carlos Barreiro Laborda, quien decía tener una cierta amistad con el entonces Presidente argentino, Carlos Saúl Menem, tomó contacto con el bancario uruguayo. Barreiro, cuyos humildes comienzos empresariales habían sido como vendedor callejero de “garrapiñada” (!!!), tenía entonces a su cargo varios emprendimientos, el más notorio de los cuales era ser representante en Argentina de la firma norteamericana “LoJack” de tecnología de rastreo y recuperación de automóviles robados. El argentino no iba precedido de muy buenos antecedentes: la Justicia argentina lo acusaba de haber librado cheques sin fondo, impidiéndole realizar operaciones bancarias desde 1992 a 1996. Ésto no impidió que Carrasco lo recibiera y le brindara su apoyo, como buen hermano rioplatense (“Los hermanos sean unidos…”). Barreiro comenzó a solicitar préstamos millonarios…y Carrasco a concedérselos. Sin garantías. O atribuyéndole garantías de otros clientes, como luego expresaron representantes del BankBoston. Para comienzos de 1998, dichos préstamos sucesivos totalizaban algo más de 60 millones de dólares. Barreiro no había pagado ninguno de ellos e, inclusive, para enero de ese año había cesado de pagar intereses. El banco comenzó a preocuparse. Y entonces llamaron a su brillante empleado uruguayo a dar explicaciones. La reunión fue fijada para el 19 de febrero. Pero Carrasco no asistió. Y ya no lo verían más.
LA FUGA…
A partir del día de la fallida cita, el funcionario montevideano se transformaría en un fantasma. El tape de la contestadora automática de su teléfono tenía 19 mensajes (en su mayor parte en Español) en los que se podían oír las voces de sus preocupados amigos: “Estás bien?”…Dónde estás?”…”Te llamé dos veces!”. Su Toyota Land Cruiser fue hallado a fines de febrero cuando dos muchachos intentaron robarlo. El Jaguar quedó estacionado en un parking de East 14th Street, situado enfrente de la vivienda de su amiga Tracey Garet, con quien eran socios propietarios de una casa de venta de antigüedades (un mero hobby para el bancario). El FBI puso el coche bajo vigilancia para ver si alguien venía a recogerlo. El 19 de marzo, exactamente un mes después de la desaparición del fugitivo, Ms. Garet retiró el automóvil. La siguieron…pero no se lo entregó a nadie. Algunas semanas antes, la Policía había podido determinar que el fugitivo había volado (literalmente, como un pájaro) desde Newark a Los Angeles, viajando con documentación perteneciente a su amigo Scott Campbell y que, usando la tarjeta Visa de este último, se hospedó allí y en Santa Monica por dos semanas. Luego, su rastro se perdió para siempre.
UN ESTAFADOR “SUI GENERIS” QUE PAGA SUS DEUDAS
De buena fuente sabemos que, días antes de desaparecer y quizás para tener a mano “cambio chico” para moverse durante su fuga, el bancario había pedido prestados varios miles de dólares a un íntimo amigo suyo quien, ante la noticia de la desaparición, había perdido toda esperanza de recuperar su dinero. Para sorpresa y felicidad de este último, en meses posteriores, un voluminoso sobre de papel manila, sin remitente, fue deslizado durante la noche a través de la abertura del buzón de cartas de su portón de calle conteniendo hasta el último dólar adeudado.
DESOYENDO ADVERTENCIAS
Al menos tres años antes del descubrimiento del fraude, varias sucursales del BankBoston ubicadas en distintos lugares de la Argentina comenzaron a cursar pedidos de informes acerca de Barreiro Laborda y sus diversas emprendimientos, particularmente a la consultora Veraz Risc, una empresa que evalúa los riesgos crediticios de empresas y particulares. Los informes producidos por Veraz Risc eran alarmantes: se hablaba de cheques sin fondos, de pedidos de quiebra y de pagos con atrasos de varios meses. Pero inclusive la Justicia argentina emitió señales de alarma: desde mediados de 1997, el Juez Héctor Yrimia del juzgado de Instrucción en lo Penal número 30 tenía en su mira a Barreiro Laborda por presunta falsificación de documento y estafa. El día 5 de septiembre de aquel año, ordenó el allanamiento de su domicilio personal y las oficinas de Lo Jack en Buenos Aires. Curiosamente, la ruta del dinero de algunas de las empresas de Laborda parecía tener su punto de origen en la sucursal de Nueva York del BankBoston. En tres ocasiones el Juez Yrimia se comunicó telefónicamente con las oficinas neoyorquinas del banco para advertirles de la situación. Según expresó luego el magistrado, allí le prometieron ocuparse del asunto…pero nunca hicieron nada. Luego se supo que las llamadas habían sido recibidas en la propia oficina de Carrasco, atendidas por éste en persona o por alguno de sus secretarios. El aviso de que el gallinero corría peligro se lo habían dado al propio zorro….
UNA RISOTADA INCONFUNDIBLE Y UNA MUJER CONFUSA
Como ha sucedido en muchos otros casos de desapariciones misteriosas ( aunque en otro contexto muy diferente, podríamos citar el caso de la desaparecida aviadora Amelia Earhart), a nuestro fugitivo se lo ha visto o creído ver en diferentes lugares del mundo en estos últimos veinticinco años. Uno de los buenos amigos de su juventud hubiera podido jurar que, algo así como una década y media atrás, aquella aguda risotada que escuchó en la pista de baile de un club nocturno de Río de Janeiro era la inconfundible risa de su inolvidable amigo Ricardo, hasta que al darse vuelta buscándolo…tan sólo vió bailando a una mujer muy alta y de aspecto un tanto masculino… La mujer, sorprendida y aparentemente molesta al verse observada, abandonó el lugar apresuradamente.
“A los huecos dejados por la falta de datos, sólo puede llenarlos la imaginación…” (Anónimo)
EPÍLOGO:
Han pasado muchos años pero el caso sigue abierto. Los miembros del FBI, con la paciencia del pescador, todavía aguardan a que el bancario fugitivo cometa el error que finalmente lo delate. Entanto, algunos de los oficiales originalmente a cargo de la investigación probablemente ya se encuentran retirados y, al recordar aquél maldito caso que nunca pudieron resolver, seguramente se repiten en su mente, por milésima vez, las preguntas que, desde entonces, no dejan de torturarlos: ¿Dónde estará Ricardo Carrasco en este mismo instante?…¿Degustando un capuchino en la terraza de un café de París? ¿Bailando vestido de mujer en un club nocturno de Río de Janeiro? ¿Surfeando sobre las olas de Honolulu, o esquiando en las laderas nevadas de Saint Moris?… Nadie puede saber o siquiera imaginar en qué lugar del mundo se encuentra. Su paradero y el de los 62 y medio millones continúa siendo un profundo misterio. ¿Es posible abandonar para siempre la vida que uno llevaba y cortar definitivamente con los vínculos familiares y de amistad para adoptar una nueva identidad? Se dice que el criminal, más tarde o más temprano, vuelve siempre a la escena del crimen. Ésto tal vez no sea demasiado seguro. Lo que sí es más probable es que cualquier persona tienda a volver a los viejos lugares en donde alguna vez fue feliz. ¿Visitará de incógnito su país, Uruguay, recorriendo las calles de su barrio montevideano donde jugaba de niño? ¿Hurgará en las redes sociales de la Internet en busca de información y fotos de sus seres queridos? Tal vez, ahora mismo, tendido en una reposera frente al mar, sobre las blancas arenas de la playa de una isla caribeña y con un vaso de ron en su mano, se divierte leyendo estas mismas líneas, disfrutando de su propia historia, mezclando sus inconfundibles y sonoras risotadas con el canto de las gaviotas y el murmullo de las olas y brindando por el fracaso de sus perseguidores. Todo es posible…
FUENTES CONSULTADAS :
1) Informes de fuentes reservadas cercanas al fugitivo .
2) Darío Datri – Informe Especial- Operación Guante Blanco – (Diario Clarín de Buenos Aires. 19 de Julio de 1998)
3) R. Kleinfield – Missing: One Banker and $66 Million; Trail Grows Cold as F.B.I. Hunts for Loan Officer With a Zest for Living – (The New York Times – May 3, 1998)
4) Sharon Walsh – Lender on the loose (The Washington Post – March 27, 1998)