El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador es un claro enemigo de la democracia y un egocentrista que no admite que su palabra no tenga peso para definir la presencia de las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua en la IX Cumbre de las Américas que comienza en Los Ángeles, EEUU.
AMLO, es precario en sus ideas, caprichoso e indolente. Defiende a las brutales tiranías de Díaz-Canel, Maduro y Ortega y finge ser un demócrata cuando en realidad no lo es.
Ahora el mandatario mexicano anunció que no asistirá a la Cumbre de las Américas en Los Ángeles, California, y en su lugar estará el canciller Marcelo Ebrard, tan totalitario y prepotente como su presidente.
¿Sobre que temas podrían hablar en la Cumbre esos tres tiranos? Desde luego que de democracia y de libertad de expresión en sus países está descartado y eso López Obrador lo sabe, pero insiste.
Al mexicano poco y nada le importa el sufrimiento de los ciudadanos que viven bajo esos regímenes totalitarios. La salvaje represión para él no existe.
Defender a estos enemigos de la democracia lo convierte en cómplice de sus acciones, porque en el fondo, entre AMLO, Maduro, Ortega y Díaz-Canel, no hay diferencia, salvo que al mexicano la edad le juaga una mala pasada.