La estupidez no tiene fronteras, pero al estúpido hay que ponerle límites – Albert Einstein
El tal Pablo Carrozza es personaje de cuarta, en busca de cinco minutos de fama. No tiene categoría y poco y nada de discernimiento. Profesionalmente no existe, es un cero a la izquierda.
Si uno observa los rasgos del tipo, se da cuenta enseguida que “le faltan varios caramelos en el frasco”, o sea en el cerebro. La cara lo delata.
Pero el “cenutrio” porteño encontró una veta para explotar; atacar todo lo uruguayo para que le respondan y eso logra que el impotente, se sienta importante.
No malinterpreten cuando digo “impotente” y que “se sienta”, porque me refiero a la parte profesional. No opino de sus preferencias personales donde cada uno es dueño de hacer lo que quiera con su vida.
Periodista no es, se asemeja más a panelista de chimentos que a otra cosa. “Suárez es un yo-yo” y “Cavani es un té de manzanilla” dijo el aprendíz, tras la goleada de Argentina a Uruguay en la última fecha de las Eliminatorias Sudamericanas.
Como en su país en uno del montón, busca confrontar y parece un masoquista que se regocija cuando le devuelven con fuertes epitetos sus payasadas.
Este eslabón perdido de la humanidad, también se ha ocupado de criticar a jugadores de México y de Colombia.
En definitiva: No hay que dar por el pito, más de lo que el pito vale y para ver a Carrozza en acción, siempre habrá un circo que lo exhiba entre sus fenómenos.













