Los wilsonistas nos quedamos sin “El Guapo”, pero su ejemplo seguirá en nosotros (VIDEO)

Hace muchísimos años Jorge Larrañaga me distinguió con su amistad y su confianza y eso se valora y agradece

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El último adiós a Jorge Larrañaga (Foto: ICN Diario)

Raúl Vallarino.-

Este domingo despedimos a Jorge Larrañaga, “El Guapo”, que en Uruguay es un apodo que refiere al coraje de una persona, que como Jorge, es sinónimo de valentía y empuje, aún en los momentos más duros de la vida.

En el Palacio Legislativo acompañamos el cálido homenaje de despedida que le brindaron los políticos de todos los partidos, sin excepciones, porque Larrañaga, como Wilson, estuvo muy por encima de las banderas partidarias; a los dos solo les interesaba el bienestar de la Patria. Fue, sin dudas, el mejor ministro del Interior desde la vuelta a la democracia en Uruguay.

Y vi lágrimas y emoción en sus colaboradores más cercanos como, Carlos Daniel Camy, Santiago González, Luis Calabria, Pablo Puppo y el Tommy Ribeiro, entre tantos otros.

Hace muchísimos años Jorge Larrañaga me distinguió con su amistad y su confianza y eso se valora y agradece.

En 1984, el destino me puso en medio de la historia más resonante del país; estar a cargo del operativo del regreso desde el exilio del líder del Partido Nacional, Wilson Ferreira Aldunate, el hombre que generó la mayor corriente política de Uruguay que se hizo carne en los blancos y se conoce como Wilsonismo.

Wilson, que enfrentó a los militares, fue proscripto por la dictadura militar que interrumpió la democracia en 1973 en Uruguay, lo llevó al exilió durante 11 años y a Jorge Larrañaga le valió ser detenido por las fuerzas policiales por protestar contra la detención de Ferreira Aldunate, cuando regresaba al país.

Entonces, la figura del “Guapo” comenzó a adquirir relevancia nacional; dos veces intendente del departamento de Paysandú, para luego ser – varias veces- electo senador y candidato a la presidencia de la República, para en la actualidad, ser el Ministro del Interior, que logró combatir con éxito a la delincuencia, un flagelo que estaba enquistado en Uruguay.

Recuerdo el viaje que realizamos juntos en 2001 a Asturias, invitados por la Fundación Philippe Cousteu, donde fuimos recibidos por Rafael Lobeto y José Manuel Cabielles, que hoy desde tierras asturianas nos envían su saludo acongojados, porque Jorge seguía rindiendo culto a esa amistad, forjado a través de los años.

Jorge tenía la misma visión de país de Wilson, que era su referente y desde luego, sin discusión, fue su heredero político y por esas ideas se jugó durante toda su vida.

Con “El Guapo” se podía discrepar, porque como buen demócrata aceptaba que alguien opinara de diferente manera y eso lo hacía humano y sumamente cercano a todos, sin excepciones.

Hoy no los tenemos ni Wilson ni a Jorge físicamente, pero el legado de ambos se hace carne en los wilsonistas y jamás, nunca, nos sentiremos huérfanos porque ellos nos indicaron el camino a seguir del que nunca debemos apartarnos, el país nos lo demanda y ambos están a nuestro lado, no tengo dudas.