
Un 15 de junio de hace 36 años, la actividad era incesante en la Dársena Sur del puerto de Buenos Aires en el barrio de la Boca, el histórico vapor de la carrera “Ciudad de Mar del Plata II”, se aprontaba para partir esa noche en un viaje a Montevideo llevando de regreso a Uruguay al gran caudillo del Partido Nacional Wilson Ferreira Aldunate, que volvía a su país luego de casi 11 años de exilio.
Pronto la zona se vio convulsionada por la llegada temprana al puerto de personas portando banderas de Uruguay y del Partido Nacional y de otras agrupaciones políticas. Iban a despedir al hombre que significaba el futuro de libertad para la patria y el fin de la dictadura militar.
Al caer la noche la emoción era visible en la avenida frente al puerto con automóviles que hacían sonar sus bocinas a la vez que encendían y apagaban sus luces en señal de saludo.
Los más de 400 pasajeros iban llegando y varios grupos de uruguayos y argentinos se apostaban en el propio muelle cantando y vivando el nombre del caudillo oriental. Una pancarta destacaba entre otras: “Sin Wilson nada”.
El momento de mayor impacto fue la llegada de Wilson y allí se desató todo lo que estaba contenido en las gargantas. Las voces en alto y la emoción se mezclaban entre los vítores de la multitud y el caudillo agradecía tantas muestras de afecto.
Parte de lo que ocurrió en ese viaje, ya es historia conocida. Fue una travesía imborrable para todos los que tuvimos la fortuna de acompañar a Wilson en ese viaje.
En lo personal, en mi función de encargado por la empresa naviera del operativo retorno, tengo presente cada imagen y cada frase de Wilson durante todo la travesía y de mis conversaciones con el caudillo del Partido Nacional, que se prolongaron luego en distintas ocasiones y que me marcaron de por vida.
Allí se iniciaban muchos caminos de jóvenes que recibieron esa especie de bautismo junto al líder y que hoy son parte fundamental de una filosofía única, irrepetible en la colectividad nacionalista. Entre esos dirigentes que viajaron y que se impregnaron de la prédica y los postulados wilsonistas, estaba quien hoy dirige los destinos del Partido Nacional, Pablo Iturralde, junto a toda una generación de blancos jóvenes, de pura cepa, que enaltecen la divisa partidaria.
La historia de esa travesía tiene aún, a pesar de los años, muchas cosas por contar y hoy quiero transcribir el mensaje que nos dio Wilson minutos antes del desembarcar en el puerto de Montevideo, la tarde de aquel sábado 16 de junio de 1984.
Wilson: “Vamos a asegurarle al país el destino democrático que merece” (AUDIO)












