Francisco, el Papa que aboga por la confrontación y no por la paz

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Imagen Vatican News

Para que no surjan los malos entendidos, desde el inicio aclaro que soy católico y devoto de la Virgen, que me emocioné cuando Jorge Bergoglio fue elegido Papa por sus pares en el Vaticano, pero tiempo después, viendo su accionar, me llegó el desencanto.

Militante peronista, el cardenal argentino visitaba las villas donde los más pobres sobrevivían en medio del hambre y la miseria y esto hablaba muy bien del prelado y lo hacía enfrentando al poder de turno que gobernaba en Argentina.

Eso le valió las críticas y el desprecio de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, que lo humillaron hasta el hartazgo con actitudes feroces como la de darle audiencia en la Casa Rosada y hacerlo esperar por horas en los pasillos, para luego decirle que no podían recibirlo.

Y Bergoglio ponía la otra mejilla y recibía más cachetazos. Cada 25 de mayo, el matrimonio Kirchner se ausentaba de Buenos Aires con cualquier pretexto para no ir al Tedeum presidido por el entonces cardenal y hoy Papa, en la fecha magna donde se agradece a Dios por el surgimiento del Estado Argentino que proclamaría su independencia formal en 1816.

Pero todo cambió cuando la Santa Sede elevó al argentino a la categoría de Santo Padre y el kirchnerismo decidió – por conveniencia política- acercarse a la figura del Papa argentino y hacer las paces. Y Bergoglio devenido en Francisco, no tuvo inconvenientes en prestarse al juego y como compañero “descamisado”, no vaciló en mostrarse cercano a la entonces presidenta Cristina Kirchner y a todo el séquito de personajes que rodeaban a la exmandataria.

Y fue funcional al kirchnerismo. El Papa recibió en Roma a su nueva amiga Cristina en seis oportunidades, mostrándose afable y sonriente, incluido el acto payasesco donde la presidenta le regaló un mate y un termo, mientras le “explicaba” a su Santidad, como beber la tradicional infusión.

No fue igual el trato dispensado por Bergoglio al presidente Macri. El mal trato fue evidente y hoy colabora para desestabilizar al actual gobierno de la Argentina.

En un excelente editorial, el periodista argentino Alfredo Leuco, revela el accionar del Papa Francisco y los ataques que van dirigidos a la Gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, una mujer que cuenta con el reconocimiento por una gran mayoría de argentinos por su gran labor al frente de la gobernación.

Leuco dijo una gran verdad en su editorial del canal TN, defendió a la mandataria bonaerense y volvió a arremeter contra la Iglesia. El periodista apuntó contra Monseñor Jorge Lugones a quien acusó de estar “operando directamente en función de un plan político dirigido por el propio Papa Francisco”.

Lugones fue enfático al manifestar el apoyo al paro que convocó el sindicato de la CGT para el 25 de junio pasado, y disertó en el panel “Democracia: un camino de servicio a los pobres”. Además, el obispo dijo que “no puede ser que a los docentes le den un aumento del 15% en cuotas”.

Leuco apuntó que “La Iglesia siempre debe defender a los más humildes pero debe tener cuidado a la hora de mostrarse con dirigentes políticos o sindicales corruptos o violentos. Es una mala señal si hay rosarios y bendiciones para los Moyano, las Milagro Sala, las Hebe de Bonafini y otros que tienen graves cuentas pendientes ante la Justicia”, ejemplificó en referencia a los rosarios que Francisco envió a esos personajes de la política argentina.

“Lugones se quejó de la propuesta paritaria hacia los docentes bonaerense. Actuó como delegado de Roberto Baradel (un dirigente sindical). Los obispos se aprovecharon de la presencia de Vidal. Si ella no hubiera ido el encuentro hubiera tenido nula repercusión. Ella fue a la apertura y la utilizaron como el centro de sus críticas. Fue curioso, la Iglesia suele llamar a la concordia, esta vez llamó al paro”, añadió Leuco.

Sobre este hecho el periodista agregó: “Me enteré que después, en voz baja, muchos obispos le ofrecieron sus disculpas a Vidal”. “Un curita le acercó una estampita de la Virgen de Lujan y le dijo: ‘No aflojés María Eugenia, nosotros sabemos quien sos’ y puntualizó: “Cuando la Iglesia baja de lo celestial a lo terrenal y se mete en el barro de la política partidaria, puede empantanarse”, aseveró Alfredo Leuco.

Por otro lado, el Sumo Pontífice no alza su voz en nombre del sufrido pueblo de Venezuela y no le exige al dictador que cese en su brutal represión. Insiste con el diálogo y no recuerda que la iglesia se retiró de la mesa de conversaciones, porque era imposible conseguir que Maduro cumpliera con los acuerdos pactados con la oposición.

El sufrido ciudadano de Venezuela, podría replicarle al Papa con la inmortal canción de Violeta Parra:

¿Qué dirá el santo Padre
que vive en Roma,
que le están degollando
a su paloma?

Miren cómo nos
hablan del paraíso
cuando nos llueven balas
como granizo.
Miren el entusiasmo
con la sentencia
sabiendo que mataban
a la inocencia.

Raúl Vallarino
prensa@icndiario.com