Papa: ‘Conozco el dolor de los casos de abusos ocurridos a menores de edad’

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Tras la audiencia privada, el Papa Francisco y la Presidenta @mbachelet saludan a las personas que desde temprano se encuentran en la Plaza de la Ciudadanía (Prensa Presidencia)
“Y aquí no puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a los niños por parte de ministros de la Iglesia”, dijo el Papa Francisco en su discurso en el palacio de La Moneda, sede del gobierno de Chile, este martes, durante el encuentro con la mandataria Michelle Bachelet y otras autoridades.
En un comunicado del Vaticano se informó que “El Santo Padre se ha reunido este martes en la Nunciatura Apostólica de Santiago de Chile, después del almuerzo, con un pequeño grupo de víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes”.
Las personas víctimas de los abusos “han podido contar sus sufrimientos al Papa Francisco, que les ha escuchado y ha rezado y llorado con ellos”, expresó el comunicado.
Más tarde la Catedral de Santiago de Chile fue el escenario del tan esperado encuentro del Papa Francisco con los religiosos, consagrados y seminaristas, en la tarde del martes 16 de enero. Allí llegó tras haber visitado el Centro Penitenciario Femenino San Joaquín. Fue recibido por el cardenal Arzobispo de Santiago, S.E. Ricardo Ezzati.
Tras hacer presente las palabras del Arzobispo de Santiago en su exordio, quien expresara minutos antes que «la vida presbiteral y consagrada en Chile ha atravesado y atraviesa horas difíciles de turbulencias y desafíos no indiferentes”, remarcó un episodio en particular: el caso de los abusos a menores.
“Conozco el dolor que han significado los casos de abusos ocurridos a menores de edad y sigo con atención cuanto hacen para superar ese grave y doloroso mal. Dolor por el daño y sufrimiento de las víctimas y sus familias, que han visto traicionada la confianza que habían puesto en los ministros de la Iglesia. Dolor por el sufrimiento de las comunidades eclesiales, y dolor también por ustedes, hermanos, que además del desgaste por la entrega han vivido el daño que provoca la sospecha y el cuestionamiento, que en algunos o muchos pudo haber introducido la duda, el miedo y la desconfianza. Sé que a veces han sufrido insultos en el metro o caminando por la calle; que ir «vestido de cura» en muchos lados se está «pagando caro». Por eso los invito a que pidamos a Dios nos dé la lucidez de llamar a la realidad por su nombre, la valentía de pedir perdón y la capacidad de aprender a escuchar lo que Él nos está diciendo”.