Lula, Moraes y el STF: cuando la democracia se maquilla para parecer independiente

La Primera Sala del STF controlada por los "jueces de Lula": la prueba más contundente de la falta de independencia judicial. Cuatro de sus cinco integrantes fueron designados por el mismo presidente, que además mantiene vínculos personales o políticos con ellos

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Lula y el juez Alexandre de Moraes - © Joédson Alves/ Agência Brasil

En cualquier democracia que aspire a llamarse a sí misma república, la independencia judicial es un pilar innegociable. Brasil, sin embargo, asiste hoy a una degradación acelerada y preocupante de ese principio básico. Lo que está ocurriendo con la composición del Supremo Tribunal Federal (STF) no es un detalle menor, ni un tecnicismo jurídico: es una crisis estructural, una amenaza directa a la separación de poderes y un riesgo para la credibilidad de todo el sistema constitucional.

Mientras el presidente Luiz Inácio Lula da Silva proclama públicamente que el levantamiento de sanciones a Alexandre de Moraes por parte de Estados Unidos constituye una “victoria de la democracia brasileña”, los hechos muestran lo contrario. La democracia se debilita, no se fortalece, cuando un solo presidente consigue colocar en el máximo tribunal a magistrados con vínculos personales, profesionales o políticos tan estrechos que comprometen la percepción —y posiblemente la realidad— de imparcialidad judicial.

Los nombramientos de Lula: una estructura judicial inclinada hacia el Ejecutivo

Los datos son claros y extremadamente graves.

1. Cristiano Zanin: de abogado personal de Lula a juez del STF

Zanin fue el defensor de Lula en sus causas judiciales y obtuvo su nombramiento al STF en 2023 por designación directa del presidente. El caso generó críticas documentadas por riesgo de conflicto de intereses, señaladas incluso por agencias internacionales como AP News, que registraron preocupación por el impacto del nombramiento en la imparcialidad del tribunal.

2. Flávio Dino: aliado político y designado directo de Lula

Dino, nombrado por Lula en 2024, integró el bloque de jueces que votó contra Bolsonaro en la Primera Sala. Es un actor político de trayectoria alineada al mandatario y su presencia en el STF responde directamente a ese vínculo, tal como documenta ICN Diario al identificarlo como uno de los magistrados designados por Lula en causas clave. Dino es militante del Partido Comunista de Brasil

3. Cármen Lúcia: nombrada por Lula desde su primer mandato

Designada en 2006 durante el primer gobierno de Lula, sigue formando parte de la Primera Sala. Su integración, documentada en el análisis de ICN Diario, contribuye a consolidar una mayoría directa del presidente dentro del colegiado que juzga los procesos más sensibles del país.

4. Jorge Messias: amigo personal y exfuncionario de Lula

El nombramiento de Jorge Messias en 2025 profundiza aún más el problema. BandNews FM confirma que se trata del undécimo ministro nombrado por Lula para el STF, una cifra que lo coloca entre los mandatarios que más han intervenido en la composición del tribunal desde 1988. Messias, además de su vínculo personal, fue exministro de la Abogacía General de la Unión bajo Lula, lo que agrava la dependencia estructural del tribunal respecto del Ejecutivo.

5. Alexandre de Moraes: una figura funcional al gobierno

Aunque Moraes fue nombrado por Michel Temer, su actuación como relator en causas de alto impacto político y su alineamiento operacional con los sectores del gobierno hacen de él un actor funcional a los intereses del Ejecutivo. ICN Diario documenta, además, que Moraes fue acusado por Estados Unidos de violaciones a derechos humanos y abuso de autoridad, lo que profundiza la gravedad de su rol dentro del tribunal.

Una Primera Sala controlada: la prueba más contundente de la falta de independencia

La composición de la Primera Sala del STF —la que juzgó el caso Bolsonaro, entre otros de enorme relevancia institucional— es un retrato nítido de la ausencia de contrapesos:

  • Cristiano Zanin → nombrado por Lula
  • Flávio Dino → nombrado por Lula
  • Cármen Lúcia → nombrada por Lula
  • Jorge Messias → nombrado por Lula
  • Alexandre de Moraes → nombrado por Temer

El resultado es inequívoco:
Cuatro de sus cinco integrantes fueron designados por el mismo presidente, que además mantiene vínculos personales o políticos con ellos.

Este control estructural del tribunal invalida cualquier pretensión de independencia judicial. No es una opinión: es un hecho documentado.

Una denuncia necesaria: lo que está en riesgo es la democracia misma

Frente a este panorama, es urgente denunciar públicamente lo que está ocurriendo:

  • El STF ha perdido su carácter de poder autónomo.
  • La línea divisoria entre Ejecutivo y Poder Judicial está siendo borrada de manera sistemática.
  • Las decisiones judiciales más sensibles del país están en manos de magistrados cuyo origen de nombramiento y vínculos previos comprometen la legitimidad institucional.

Esto no es una discusión teórica. No es un debate académico. Es un problema estructural que afecta la credibilidad del sistema judicial, las garantías constitucionales y la confianza de la ciudadanía.

Cuando el presidente que nombra a la mayoría del tribunal aparece celebrando públicamente sus decisiones y proclamando su “victoria” institucional, lo que está en juego no es la justicia, sino la sujeción de un poder estatal al otro.
Y eso, en cualquier democracia moderna, constituye una violación severa a la separación de poderes.

Conclusión: Brasil necesita una restauración, no un relato

Lula puede seguir afirmando que la democracia triunfó tras el levantamiento de sanciones a Moraes.
Pero la evidencia demuestra que ese triunfo no es más que un recurso retórico.

Brasil no necesita discursos autocomplacientes.
Necesita transparencia, institucionalidad y un Poder Judicial libre del control político.

Hoy, lamentablemente, no lo tiene.