
Resulta asombroso —aunque ya no sorprendente— el nivel de falta de objetividad del régimen chavista. Su maquinaria de propaganda sigue intacta, operando bajo el mismo patrón de fake news con el que pretende engañar al mundo. El caso más reciente lo protagoniza un tal Ángel Tortolero Leal, quien se autodenomina “analista internacional venezolano”, título que pierde todo peso cuando se evidencia su militancia abierta con el chavismo.
En declaraciones a un medio de prensa, Tortolero Leal afirmó que la salida de Venezuela de la Corte Penal Internacional (CPI) es “una posición de honor”, argumentando que dicho organismo y varias secretarías de la ONU actúan como “agentes atacantes” contra el país, supuestamente hostigado por Estados Unidos, la Unión Europea y el Reino Unido. Según él, la decisión de retirarse fue aprobada por unanimidad en la Asamblea Nacional (dominada por el régimen), como si eso bastara para legitimar una acción que, en realidad, busca evadir la justicia internacional.
Lo más grave no es la opinión en sí, sino la omisión deliberada de hechos: la CPI ha sido, durante años, un salvavidas para el régimen de Maduro. A pesar de las pruebas concluyentes sobre crímenes de lesa humanidad, el organismo ha retrasado cualquier condena significativa. Basta recordar la cuestionada actuación del fiscal Karim Ahmad Khan, quien dilató la causa Venezuela I y terminó renunciando tras revelarse un conflicto de intereses —su cuñada era abogada defensora del chavismo ante la CPI—, además de denuncias por acoso sexual. El nuevo fiscal parece continuar con la sugestiva lentitud de su antecesor.
¿Puede la CPI presumir de imparcialidad? Difícilmente. Pero acusarla de ser un instrumento de Washington y de la oposición venezolana es una mentira más en el repertorio del chavismo. La realidad es que el régimen busca blindarse ante cualquier intento de justicia internacional, disfrazando su huida como un acto patriótico.
Solo basta recordar cuando la Corte Penal Internacional en muy pocos días (noviembre de 2024) ordenó el arresto de Benjamín Netanyahu por crímenes de guerra y de lesa humanidad. Lo resolvió rápidamente y ahí no actuaba bajo instrucciones de EEUU.
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La demora de la CPI en el caso Venezuela no es casualidad, es complicidad disfrazada de burocracia
En definitiva, el discurso de Tortolero Leal no es más que otro capítulo en la estrategia de desinformación del chavismo: victimizarse, culpar a potencias extranjeras y presentar decisiones autoritarias como gestos soberanos. Mientras tanto, las víctimas de violaciones de derechos humanos siguen esperando justicia, y el mundo observa cómo la tiranía de Maduro se aferra al poder a cualquier costo.












