Una de las formas secundarias de la ceguera de espíritu es precisamente la estupidez – José Saramago (Premio Nobel de Literatura, 1998).-
Diosdado Cabello, el secretario general del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), ha vuelto a hacer gala de una asombrosa falta de conocimiento histórico y político. Su reciente afirmación de que el Premio Nobel de la Paz es una simple “subasta” que se otorga “al mejor postor” no solo denigra a una de las instituciones más respetadas del mundo, sino que expone la profunda miopía ideológica del régimen chavista.
El cenutrio chavista aseveró: “Con respecto a Oslo, no sé. Nosotros de eso no sabemos nada, no participamos en esa subasta” y en el delirio de la ignorancia, Cabello agregó: “Revisa quiénes han sido los premios nobel de la Paz y ahí obtendrás la respuesta. No hay mucho que buscar”.
La insolencia de Cabello, presumiblemente espoleada por el dolor de estómago que le produce el reciente reconocimiento otorgado en Oslo a la figura opositora de María Corina Machado, le hace escupir sobre la memoria y el legado de incontables luchadores que han encarnado, precisamente, los valores contrarios a cualquier lógica de mercado o subasta.
El desconocimiento de la historia izquierdista
El argumento de Cabello es tan burdo como fácilmente refutable. Al tildar al Nobel de “subasta”, insulta a una vasta cohorte de laureados que han dedicado su vida a causas de justicia social, paz, emancipación y de la gran literatura , muchos de ellos profundamente alineadas con las ideas progresistas o, incluso, de izquierda radical.
Para “desasnar” al delirante funcionario chavista, basta con un somero repaso de la nómina de galardonados, muchos de los cuales jamás habrían tenido el capital—moral o económico—para participar en el tipo de “subasta” que él imagina:
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Nelson Mandela (Paz, 1993): Líder del Congreso Nacional Africano (ANC), organización históricamente vinculada a la izquierda y el antiimperialismo. ¿Acaso subastó su vida de 27 años en prisión para obtener el reconocimiento por luchar contra el apartheid?
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Rigoberta Menchú (Paz, 1992): Activista indígena guatemalteca, defensora de los derechos humanos y crítica feroz del neoliberalismo. Su lucha se centró en la justicia social para los pueblos originarios. ¿Con qué riqueza participó en la supuesta subasta?
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Martin Luther King Jr. (Paz, 1964): Activista por los derechos civiles en EE.UU., cuya visión evolucionó hacia una crítica anticapitalista y antiimperialista en sus últimos años. ¿Compró su premio con el dinero del establishment que combatía?
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Adolfo Pérez Esquivel (Paz, 1980): Activista argentino y fundador de Serpaj. Es un claro ejemplo del militante de izquierda, cuyos posicionamientos posteriores son contradictorios—como su defensa de figuras como Cristina Kirchner, aún en medio de cuestionamientos por corrupción y la crisis económica legada por los gobiernos kirchneristas. No habla de los millones de argentinos sumidos en la pobreza que dejó el kirchnerismo.
📝 Los gigantes de la literatura y el compromiso
El desvarío de Cabello se extiende a la percepción del Nobel en general, incluyendo el de Literatura, donde figuras de gran peso ideológico izquierdista brillan por su inmenso talento y compromiso, no por su capacidad de pago:
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Pablo Neruda (Literatura, 1971): Poeta y orgulloso militante del Partido Comunista de Chile, perseguido político.
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Gabriel García Márquez (Literatura, 1982): Amigo de líderes de izquierda y profundamente crítico del imperialismo.
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José Saramago (Literatura, 1998): Miembro del Partido Comunista Portugués y autor de una obra cargada de crítica al poder.
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Jean-Paul Sartre (Literatura, 1964): El filósofo existencialista y simpatizante del marxismo que, en un acto de coherencia ideológica, rechazó el premio precisamente para no participar de una institución que consideraba burguesa. La existencia de un ganador que rechazó el premio dinamita la teoría de la “subasta”: si fuese una compra, ¿por qué alguien la devolvería?
La ceguera selectiva del chévere
La afirmación de Diosdado Cabello no es solo una metedura de pata; es una muestra de la ceguera selectiva que caracteriza a las autocracias. El régimen chavista no puede aceptar que el mérito o la lucha por los derechos humanos puedan ser reconocidos a nivel global, a menos que sean ellos mismos quienes los otorgan (como hacen con sus propias condecoraciones).
La incapacidad de Cabello para digerir la posible premiación a una opositora lo lleva a denigrar a sus propios íconos ideológicos y a toda la historia de la izquierda con mérito, desde Mandela hasta Neruda. Sin embargo, Cabello prefiere ignorar esta historia cuando no le conviene, demostrando que la ideología del chavismo ha involucionado hasta convertirse en un mero pragmatismo de poder, donde cualquier reconocimiento externo—incluso aquellos otorgados a héroes de la izquierda global—es descartado si no sirve a su narrativa del día.
La historia del Premio Nobel, con todas sus polémicas y controversias (que las tiene), es rica en ejemplos de galardonados que lucharon en la pobreza, el exilio y la persecución. Tildarla de “subasta” no solo revela un nulo conocimiento de la historia, sino también una profunda miseria intelectual. Los grandes luchadores por la paz y la justicia, muchos de ellos de izquierdas, jamás pagaron un céntimo por su reconocimiento: lo ganaron con su vida y su sacrificio. Diosdado Cabello, al ofenderlos, solo logra mostrar su propia ignorancia.













