Por Paco Tilla.-
Este viernes circula una imagen que, para el régimen venezolano, es más peligrosa que un apagón en cadena: María Corina Machado, sonriente, en el Palacio Real de Noruega, flanqueada por el rey Harald, la reina Sonja y el príncipe heredero Haakon. Una postal que grita democracia, elegancia y civilización… tres conceptos que en Caracas se consideran “agentes del imperialismo”.
Mientras en Oslo se hablaba de paz, derechos y transición democrática, en Miraflores se activaba el comité de crisis: Maduro buscando en Google “cómo se pronuncia Haakon”, Diosdado preparando un programa especial titulado Con el mazo dando contra los fiordos, y Delcy revisando si Noruega tiene sanciones para ver si puede pedir que las quiten “por humanidad”.
El Nobel de la Paz para Machado es un reconocimiento a su lucha por una transición justa y pacífica. Pero para el oficialismo, es una conspiración global: ¿Cómo se atreven a premiar a alguien que no ha hecho colas para comprar harina? ¿Qué clase de democracia es esa donde no hay carnet de la patria?
La foto es histórica, sí. Pero también es un espejo incómodo: muestra lo que Venezuela pudo ser y lo que el chavismo nunca será. Porque mientras unos estrechan manos en palacios, otros siguen abrazando la retórica del “bloqueo” desde un país bloqueado por su propia incompetencia.
En resumen: esta imagen no estará en las paredes del PSUV, pero quedará grabada en la memoria de quienes creen que la libertad no se decreta, se conquista. Y eso, queridos lectores, no hay propaganda que lo tape.
Mientras el tragasables de Michelo, llora…
En las redes sociales del palacio real de Noruega
