El giro en el conteo electoral hondureño este 2 de diciembre, con Salvador Nasralla* superando a Nasry “Tito” Asfura por una mínima diferencia —769,768 votos contra 768,833, con el 60.95% de las actas procesadas— ha sacudido el panorama político. Pero detrás del dato histórico se esconde una pregunta inquietante: ¿está Honduras a punto de entregar el timón a un líder sin experiencia ejecutiva, sin estructura partidaria y con un historial político errático?
Nasralla es, ante todo, un hombre del espectáculo. Su carisma televisivo le ha permitido construir una imagen de “outsider” que seduce a quienes buscan un cambio, pero gobernar un país no es conducir un programa de TV. Nunca ha administrado instituciones complejas ni ha tenido responsabilidades reales de gobierno. Su falta de experiencia ejecutiva es alarmante en un contexto donde Honduras enfrenta una crisis económica, violencia endémica y corrupción estructural. Para muchos analistas, carece de la firmeza necesaria para confrontar a la izquierda que él mismo integró cuando fue aliado de Xiomara Castro. ¿Será capaz de actuar con independencia frente a su ex jefa política? Las dudas son legítimas.
El riesgo no es solo la inexperiencia: es la improvisación. Nasralla ha cambiado de alianzas y discursos con facilidad, lo que alimenta la percepción de que su proyecto carece de rumbo. Promesas como “unidad nacional” suenan bien, pero sin un plan técnico y sin cuadros preparados, podrían convertirse en simples slogans. Esto abre la puerta al populismo: decisiones rápidas para satisfacer expectativas, sin sustento económico ni institucional, que podrían agravar la crisis en lugar de resolverla.
A nivel internacional, las señales son preocupantes. Donald Trump no solo ha respaldado abiertamente a Nasry Asfura como la opción más estable para Honduras, sino que ha manifestado su temor a Nasralla, calificándolo como “casi comunista” y advirtiendo que, de ganar, “nada resolverá”. Esta percepción no es menor: la falta de claridad ideológica y de un plan económico serio podría provocar pérdida de confianza internacional, afectando la cooperación, la inversión extranjera y la relación con organismos financieros. Honduras no puede darse el lujo de aislarse en medio de una crisis fiscal y social, explican algunos analistas.
Este vuelco electoral refleja el hartazgo ciudadano, pero también la fragilidad del sistema político hondureño: un país que, ante la falta de opciones sólidas, apuesta por figuras mediáticas sin garantías de gobernabilidad. Si Nasralla consolida su ventaja, el verdadero desafío comenzará el día después: demostrar que puede pasar del espectáculo a la acción, evitar el populismo y gobernar con firmeza. De lo contrario, Honduras podría entrar en una etapa de improvisación peligrosa, marcada por parálisis institucional, pérdida de credibilidad internacional y un deterioro aún mayor de la esperanza ciudadana.
*Salvador Nasralla fue funcionario en el gobierno izquierdista de Xiomara Castro. Ocupó el cargo de primer designado presidencial, una posición similar a la de vicepresidente en Honduras, desde el inicio del mandato de Castro el 27 de enero de 2022. Permaneció en ese puesto por más de dos años y presentó su renuncia el 10 de abril de 2024, cuando decidió postularse nuevamente a la presidencia en las elecciones de 2025.
¿Por qué Trump no quiere a Nasralla?
- Vínculos con Xiomara Castro y la izquierda regional
Trump considera que Nasralla no es un aliado confiable porque fue vicepresidente en el gobierno de Xiomara Castro, quien se alineó con regímenes como Venezuela, Cuba y Nicaragua. Según Trump, Nasralla “ayudó a Castro a ganar” y ahora “finge ser anticomunista” solo para dividir el voto opositor. [elheraldo.hn], - Acusación de “casi comunista” y falta de confianza
Trump lo calificó como “casi comunista” y afirmó que no podría trabajar con él si llegara a la presidencia, porque no lo considera un socio confiable para la libertad ni para combatir el narcotráfico y el avance del comunismo en la región. [elheraldo.hn] - Preferencia por Nasry Asfura
Trump respalda abiertamente a Nasry “Tito” Asfura, candidato del Partido Nacional, porque promete romper lazos con Maduro, recuperar relaciones con Taiwán, fortalecer vínculos con EE. UU. e Israel, y enfrentar la influencia de China y Venezuela. Esto encaja con la estrategia regional de Trump para aislar a dictaduras y frenar el narcotráfico. [infobae.com]













